Más de 190 delegaciones y casi 120 jefes de Estado y de Gobierno se reúnen desde ayer en Río de Janeiro (Brasil), en la Cumbre sobre Desarrollo Global Río+20, para intentar reeditar una nueva edición de la celebrada hace dos décadas en la llamada Cumbre de la Tierra y que dio lugar al Protocolo de Kioto. Sin embargo, en esta ocasión, parece que los líderes están más preocupados por la economía que por el crecimiento sostenido y ambiental.
Los grupos diplomáticos de 193 países acordaron durante la madrugada del martes un primer borrador sobre desarrollo sostenible global para que sea aprobado por los jefes de Estado y de Gobierno, aunque los grupos ecologistas y la propia comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard, consideran que se trata de un texto «muy débil».
«Nadie en esa habitación estaba satisfecho. Así de flojo es», escribió la responsable de la UE de acción por el clima en un mensaje en la red social Twitter.
La cumbre de Río+20 iba a ser el escenario para negociar metas de desarrollo sostenible más como una expresión de deseo que de cumplimiento obligatorio en áreas claves como seguridad alimenticia, agua y energía, pero el documento acordado por los integrantes no define estas metas, ni da plazos claros para establecerlas.
Para la comisaria, el acuerdo primero aprobado tiene mucho «tomar nota de» y «reafirmar», pero poco de «decidir» y de «compromiso». Por ello, las expectativas de las reuniones son bajas, ya que la política en estos días está más centrada en la crisis económica de la zona euro, las elecciones presidenciales de Estados Unidos o los conflictos en Oriente Medio.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, admitió ayer que le gustaría que los más de 120 líderes nacionales asuman compromisos «más ambiciosos» con el desarrollo sostenible.
«¿Por qué tenemos una cumbre de jefes de Estado? Ellos son los que pueden hacer y tomar al respecto una decisión política. Según la prioridad que elijan, las consecuencias pueden ser gigantescas y muy diferentes. Por esto apostamos por los mandatarios de los Gobiernos y les pedimos que piensen como ciudadanos del mundo», afirmó.
Ban también reconoció que las negociaciones en torno al documento final son «muy difíciles», a raíz de los «intereses conflictivos» entre los distintos Estados.
«Mi mensaje es claro: el desarrollo sostenible es una idea cuyo tiempo ha llegado. Hay que unir acciones a las palabras. Nuestro recurso más escaso es el tiempo. Es hora de actuar como líderes globales: el interés mundial es el interés nacional», enfatizó.
El presidente español, Mariano Rajoy, llegó a Río de Janeiro ayer por la mañana, procedente de México, donde había asistido a la reunión del G-20, para participar en la toma de decisiones y en el documento final de la Cumbre.
España ha presentado un texto que apuesta porque el agua se convierta en un derecho humano fundamental, tal y como adelantó el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, quien celebró que la posición nacional a este reconocimiento se plasmará en el texto que se prevé aprobar al término de la conferencia.
De esta forma, manifestó el «compromiso» del país en el logro de un acceso universal, sostenible y equitativo, y añadió que este reto ha constituido y constituye una «meta fundamental de la política exterior y de cooperación».
