¿Quién no ha hecho nunca un avión de papel y ha jugado a pilotar? Desde el club de aeromodelismo Los Halcones, esa pasión ha sido mucho más que un sueño infantil; y hoy en día se ha convertido en el pasatiempo preferido de los socios del club deportivo..
Desde las magníficas vistas de la pista, situadas a un par de kilómetros de Torredondo, se puede comprobar cómo, ya desde las inmediaciones, decenas de pequeños aviones surcan el cielo castellano. Las vistas a la Sierra, a las vías del AVE y a la ciudad de Segovia, todo ello rodeado de campos de cultivo, hace que la experiencia de pilotar estas maquetas sea mucho más completa aún.
Elías Rico, el director del centro, fue el impulsor de este club deportivo hace cosa de 10 años. Cuenta Elías que , “al principio fuimos avanzando muy poco a poco, pero gracias a la ayuda del Ayuntamiento de Segovia, y al esfuerzo de los socios, está yendo hacia adelante”.
Con unos terrenos de 140 metros de largo por 20 metros de ancho, tienen la capacidad de albergar una pista de vuelo asfaltada de 120 metros por 10 metros, caseta, zona de ‘boxes’ cubierta, malla de protección y zona de pilotos. La seguridad es lo primero, por eso, aunque los riesgos personales en este deporte son mínimos, el Club cuenta con un seguro de hasta 600 euros en caso de incidente. Otra cosa son los daños en los aviones.
Con unos precios que pueden rondar entre los 80 euros y los 6.000, estas pequeñas reproducciones son capaces de volar en algunos casos con una potencia de hasta 270 centímetros cúbicos, superior al de una motocicleta. Con esas velocidades, y el cariño y cuidado que cada propietario pone en su avión, cualquier daño en el aparato es sinónimo de disgusto.
El mercado de los aviones, cuenta Rico, es un “mercado muy grande. Un avión entrenador, que es el que se utiliza para aprender, puede costar con el motor incluído unos 150 euros y la emisora unos 200 euros. Por un total de 400 ó 500 euros tienes todo para aprender a volar”.
Para Elías, una de las mejores cosas de las que se pueden disfrutar en el Club es la de la camaradería que surge entre los compañeros. “Cuando a alguien se le estropea un avión, en seguida acudimos tres o cuatro a acompañarle y ayudarle. Siempre que necesitamos algo los compañeros corren a ayudar.”
Desde el Club se ha creado una escuela de pilotaje que se ha convertido en la cantera de ‘Los Halcones’. Gracias a esta escuela los alumnos, previo pago de una cuota de 60 euros, reciben las nociones necesarias para poder pilotar por si mismos los aviones que, al igual que el resto de instrumentos necesarios, cede el Club. “Aprender no es difícil, aunque hasta la sexta o séptima práctica no se maneja con perfección” comenta Elías. Una vez que los alumnos acaban el curso, el pago realizado se descuenta de la cuota de socio en el caso de que quisieran inscribirse.
Los socios, cuyas edades comprenden desde los tres años —y ya manejando un avión—hasta los 73, están encantados con la experiencia.Cuenta Davide, Italiano que veranea en la zona, que, tras enterarse de la existencia del club decidió apuntarse. Para él pilotar es sinónimo de relajación, “una forma de liberar la mente”.
Competición. Pero no todo es ‘pasar el rato’. Desde el Club Los Halcones se preparan para participar en diferentes competiciones. La próxima, que tendrá lugar los días 14 y 15 de septiembre en las instalaciones segovianas. Se tratará del I Open de F4C, promovido por la Federación Aérea Madrileña de Aeromodelismo, en el que los protagonistas serán maquetas de aviones reales. El resultado de los mismos, así como la consecución de las tablas de piruetas en vuelo, serán los criterios del jurado a la hora de elegir al mejor.
En cuanto a las condiciones meteorológicas para poder volar, cuenta Elías que “lo más importante es que no haya viento, aunque se puede volar también. Hemos hecho despegar a los aviones con nieve, aunque luego duelan las manos de sujetar los mandos, e incluso hicimos un despegue nocturno hace poco. El avión llevaba incorporado luces”.
La pasión por este deporte queda demostrada en el entusiasmo y mimo que los socios ponen en la actividad, y en cómo describen la sensación de ver un avión terminado, hecho con sus manos, despegar. “La primera sensación es muy estresante. Cuando empiezas a volar temes que se rompa el avión en una caída, y es un disgusto. Pero cuando lo ves volar, la sensación es de libertad y satisfacción, lo que falta es volar tu en él. Cuando lo has construído tu y te ha llevado un mes o dos… verlo despegar es una gran satisfacción”, relata Elías.
Sin duda un Club, el de ‘Los Halcones’ de altura, en el que dejar volar, ya sea aviones o la imaginación, es más fácil que nunca.
