La villa vivía su segundo encierro del ciclo de 2022 y de nuevo se complicaron las labores de encierro desde los primeros instantes. Las puertas de los corrales del río Cega se abrían a las ocho en punto para ver a las reses de la ganadería de Partido de Resina, que salieron con la bravura esperada. La expectación con estos toros era muy alta desde que se conocieron en agosto, y creció aún más el pasado sábado cuando la vecindad pudo verlos en los corrales: presencia, tamaño y bravura se vieron hasta en sus momentos de más calma.
La salida era compacta pero rápidamente, la manada se disgregaba en dos bandos, lo que auguraba un tramo campestre duro en su reconducción para los caballistas. Otro toro comenzaba su camino de manera individual y volvía a dificultar más los trabajos de reagrupación para orientarlos al recorrido. Antes del paso por la carretera de Cantalejo se lograba unificar la manada gracias a la dura labor de los cabalistas, y el paso se hacía sin problemas, aunque una res se desmarcaba de la manada. Al paso por el primer túnel se volvía a complicar, con intenciones de varias reses de no seguir el recorrido marcado. Desde el Ayuntamiento destacaban el cometido de los caballistas en todo momento, ay que gracias a ellos, todos cruzaban el primer túnel hasta el descansadero. La conducción desde este punto hasta El Embudo tampoco se hacía tranquila: un toro desmarcado se adelantaba, y cuando se reagrupaba a los demás, otro “ha decidido retornar su camino, ha subido por El Embudo con mucha fuerza por El Embudo, y ha tenido que ser anestesiado y cargado en el camión”. Como explicaba el concejal Tomás Marcos, “se preveía un encierro difícil y así ha sido, aunque afortunadamente, han entrado cinco toros, y el último también lo hará, aunque en otras circunstancias”.
El recorrido urbano era la continuación del campestre: las mismas dificultades se trasladaban a las calles de la localidad. El primer toro entraba en el asfalto diez minutos antes de la hora prevista y con una incipiente lluvia que intranquilizaba a los espectadores que esperaban en la talanquera. Ese primer toro no realizaba el recorrido uniformemente, ya que en varios tramos, como en la calle Resina o Parras derrotaba contra las talanqueras. La manada de mansos le seguía después, totalmente unificada, y tirando de tres toros que subieron con fuerza la calle Parras. Estos si permitieron alguna carrera digna, aunque breve, pero también rápida. A continuación, el último de los toros de Partido de Resina que pisaría las calles de Cuéllar lo hacía muy lentamente, derrotando en talanqueras, en un escaparate de la calle Resina y gracias a la labor de mozos y pastores. La lluvia sorprendió en la espera del sexto toro, hasta que se conoció la noticia de su anestesia.
LA LABOR IMPRESCINDIBLE DE MOZOS Y PASTORES
Es en encierros como el de este lunes en Cuéllar cuando se valora la labor de mozos y pastores que arriesgan su integridad física para reconducir un encierro. Gracias a su valentía, el arranque de cada astado permite subir unos metros más al toro hasta que pise el coso cuellarano. Los pastores son los únicos autorizados para portar varas que sirvan para, como hoy, citar al toro y que avance en su recorrido hasta la plaza.
