Quedan patentes las ganas de disfrutar que cuellaranos y visitantes tenían guardadas todo este tiempo. Se han acumulado y han salido con fuerza desde el momento en que se oyó resonar en la Plaza Mayor ese “¡Cuellaranos, a por ellos!”. Desde entonces, el silencio no se ha vuelto a escuchar apenas en una villa en la que sus fiestas marcan tanto el devenir de un año; así, dos sin ellas han supuesto que no corra el tiempo, que no cuente y que vuelva a iniciarse ahora la marcha. Cuélalr es júbilo estos días; son bromas, son disfraces, color, peñas, muchos reencuentros y mucho humor. Para Cuéllar, como para otras tantas localidades, celebrar sus fiestas de nuevo es poner punto y seguido a la vida, y punto y aparte a aquello que se la paró. Ya no hay espacio a lamentaciones porque el buen ambiente se ha adueñado de todos los rincones de esta villa.
