La villa comenzaba el periplo de encierros con algunas sorpresas en el campo y en las calles. Después de dos años, las puertas de los corrales del río Cega abrían sus puertas a las ocho en punto de la mañana para soltar a las reses de la ganadería de Cebada Gago, con una expectación máxima entre los aficionados. El alcalde de la villa, participante también el encierro de campo como caballista, realizaba el balance de este primer encierro y destacaba varios tramos con mucha fuerza, alternos con otros más suaves, lo que ha hecho que “haya costado reagrupar a la manada. “Los de atrás se quedaban y los de delante tiraban”, explica Fraile, espectador y encauzador de las reses en el pinar. Destaca también de la manada su nobleza, “lo que ha permitido que la llegada a las calles haya sido, por parte de toda la manada, en conjunto”. No obstante, en la zona de El Embudo hubo un incidente con un astado derrotando en talanqueras. Seguidamente se reconducía pero pocos metros más tarde, la res fallecía y ha habido que retirarlo de la vía con el camión del Ayuntamiento.
Del tramo urbano, Fraile destaca un recorrido de las reses “vibrante”, según le comentaban pastores y corredores, y según pudieron comprobar las miles de personas que se agolpaban en las talanqueras en este primer encierro. Las carreras han sido arriesgadas y largas en los primeros tramos, como en la calle La Resina o la calle Las Parras. Pasados los Paseos de San Francisco, las reses se disgregaban cada vez más, espaciándose en el último tramo hasta la plaza de toros y quedándose en más de un punto. La labor de los pastores y los mozos ha permitido que los astados llegaran hasta el coso pasados pocos minutos, lo que ha dejado finalmente un encierro bastante rápido.
Mensaje a los caballistas
Carlos Fraile quiso mandar un mensaje a los caballistas en este primer encierro, y es que los caballos que se incorporan a partir de la cañada deben facilitar las labores a los directores de campo y resto de caballistas autorizados. “Lo que no puede ser es que 500 caballos queramos pasar por el paso de Máquinas y por el paso de la autovía al mismo tiempo”; “entiendo la buena voluntad de la gente pero se puede colaborar más, ya que ha habido que llamar al orden a un buen número de caballistas”, señaló el alcalde.
Igualmente, Fraile habla de que el alto de El Embudo ha estado “rebosado de peligros”. “No todos podemos ver el encierro donde no hay sitio”, explicaba el alcalde respecto a los coches, que acudieron masivamente a esta cita taurina.
El parte de enfermería, finalmente, dejaba cuatro trasladados: tres de ellos sufrieron golpes, contusiones y diversas fracturas que van desde mandíbula en caso de un corredor, traumatismo craneal y lumbar de menor gravedad en otro, y otro traumatismo costal de un tercer corredor. Un herido, corredor conocido en la calle de Las Parras, sufría una herida por asta de toro en la mano; el corredor era operado en la propia Plaza de Toros de la localidad y era trasladado a la capital vallisoletana para realizarle una placa y poder proceder a su alta.

La opinión de la asociación
La Asociación Encierros de Cuéllar continúa en su labor de realizar crónicas sobre cada encierro, y ayer emitió su propio balance sobre el encierro. El recorrido urbano, según los entendidos de esta agrupación, fue complicado y se llegaron a crear bastantes situaciones de peligro para varios caballos, lo que se complementa con las palabras del alcalde hacia los caballistas.
Desde la asociación apuntan que además se produjeron algunos desmontes y cornadas a varios caballos, y que el excesivo polvo complicaba la labor de los jinetes. Coinciden plenamente en las palabras de Carlos Fraile cuando hablan de escasa colaboración de los caballistas y un número excesivo de los mismos, sobrepasando los 500.
Encierros de Cuéllar detalla que durante todo el recorrido mandaron dos bravos de los cinco que llegan, exceptuando el infartado y fallecido. La agrupación habla de, en la calle Las Parras, “paso ralentizado y notable cansancio”, adjetivos que no favorecen en absoluto las carreras de los mozos.

Las críticas que realizan desde la asociación se vienen repitiendo varios años, que además se convierten en petición casi al final de cada ciclo. Una de ellas es el excesivo número de mansos, “que duplica casi al número de toros”.
Desde la asociación defienden en numerosas ocasiones la necesidad de menos presencia de bueyes para dejar el protagonismo que poseen a las reses bravas. Pero no todo son críticas, ya que han querido remarcar positivamente que las mejoras en los corrales han permitido al público ver a las reses, así como la estancia de las mismas.
Cuéllar se prepara ya para su segundo encierro, en este caso con las reses de la ganadería de Partido de Resina. La expectación es máxima para todos, ya que los animales poseen una presencia impactante que se espera se convierta en nobleza a la hora de su traslado por el campo, comportamiento en las calles y en la lidia de la tarde por los diestros Fernando Robleño, Manuel Escribano y Damián Castaño.
