La privilegiada atalaya desde la que se observa la ‘línea del cielo’ del paisaje segoviano con la Catedral y el Alcázar ha servido como inspiración a la práctica totalidad de los alumnos del Curso de Pintores Pensionados, que hoy llega a su fin con un cúmulo de experiencias, emociones y talento creativo que los jóvenes artistas han desplegado en sus obras.
Descubrir o reinterpretar la serena belleza del paisaje de la provincia ha sido la tarea a la que se han encomendado los 14 pensionados en la edición de este año, y el jurado calificador del trabajo de los artistas otorgó la medalla de oro a Ana Castilla, que a sus 21 años aspira a que el arte sea su modo de vida, respondiendo así a su vocación por la belleza.
Madrileña, del barrio de Vallecas, Castilla ha combinado su preparación en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense con la participación en algunos certámenes de pintura rápida en provincias limítrofes, pero el premio obtenido en Segovia supone el primer y quizá definitivo espaldarazo a su pasión por la pintura.
Llegó al curso motivada por su profesora Macarena Ruiz, quien le invitó a presentar su portfolio a la convocatoria, algo que hizo junto a otra compañera y finalmente su candidatura fue aceptada para la beca. A pesar de vivir a apenas 90 kilómetros de Segovia, la joven alumna reconoce que desconocía las posibilidades artísticas del paisaje segoviano, y pone en valor la inmersión realizada durante estas tres semanas de la mano de los más prestigiosos expertos en arte, historia y naturaleza que han colaborado en el curso. “Como madrileña había venido a Segovia algunas veces, pero lo veía más superficial”, precisa.
Después de 21 días, Castilla señala que el balance “no puede ser más positivo” tanto en el ámbito artístico como en el humano. “Estar estos días en Segovia me ha aportado contactos, la amistad de todos mis compañeros, el conocimiento de un lugar tan bonito como Segovia y comenzar a conocer el mundo del arte y pasar de la teoría a la práctica en algo que espero que sea el inicio de una carrera”.
Valora especialmente la ‘piña’ creada con el resto de sus compañeros de curso, y destaca sbre todo la “intensidad” con la que se han vivido todas las jornadas de trabajo. “Me ha impresionado la concentración que hemos tenido, pasaban tres días y parecía que llevábamos dos semanas –explica la artista-. Ha sido en ocasiones muy cansado, pero con un resultado genial”.
De cara al futuro, lo más inmediato para la artista es completar sus estudios de Bellas Artes, para lo que le queda un último curso mas el Trabajo de Fin de Grado, y a largo plazo comienza a pensar en un master para redondear su formación. Lo que tiene claro es que “quiero seguir vinculada al mundo del arte, aunque sé que es un mundo complicado y resulta difícil vivir de ello”. “No sé como irá, sé que es vivir un poco en la incertidumbre, pero algo se podrá hacer”, concluye Castilla con un mensaje realista pero esperanzador.
