Con 18 años, Álvaro Llorente descubrió su pasión por gastar suelas de zapatillas por caminos y veredas cuando decidió acompañar a un tío suyo a recorrer los 76 kilómetros que separan la Peña de Francia de la localidad salmantina de Fuenteguineldo, para dar cumplimiento a una promesa. Dos décadas han pasado desde entonces y continúa buscando retos con los que dar rienda suelta a su afición andariega tomando como base la pequeña localidad segoviana de Castro de Fuentidueña.
A lo largo de la semana, Álvaro Llorente está cumpliendo con un recorrido de 230 kilómetros con los que unirá Castro de Fuentidueña con la capital y algunas de las localidades más importantes de la provincia. Así, ya ha pasado por Cuéllar, Nava de la Asunción y Coca, y hoy llega a Segovia, para cubrir las últimas etapas que le llevarán a Pedraza y de nuevo al punto de origen, recorriendo para ello una media diaria de 40 kilómetros.
La idea surgió el pasado verano, cuando Llorente se planteó la posibilidad de recorrer a pie distancia que había entre su pueblo y la localidad madrileña de Móstoles –en la que reside-, y tras superar no pocas dificultades consiguió completar los más de 200 kilómetros que separan ambos núcleos.
Ahora, el reto se centra en la provincia y no tiene otro objetivo que el de llevar a cabo un reto personal, alejado de las rutas a pie más tradicionales como el Camino de Santiago. “Hay gente que tiene motivaciones religiosas o de otra índole, pero la mía es simplemente la de superar retos personales”, afirma el andariego, que recuerda en la frase que prologa su whatsapp su forma de entender esta afición: “camina lento, no te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo”.
Así, señala que uno de los placeres de esta forma de entender la afición por andar es la de “poder pasear durante más de dos horas por el mar de pinares de Cuéllar sin ver a una sola persona, o disfrutar de los paisajes y monumentos que voy encontrando por el camino, y que voy fotografiando a capricho”.
Siempre hay nuevos retos para Álvaro, y el próximo puede ser unir Móstoles con el santuario mariano de Guadalupe a través del Camino Real que atraviesa la ciudad madrileña, lo que exigirá preparación y ánimo decidido para completarlo, elementos que tiene siempre dispuestos.
