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El Estado de la Nación

por Emilio Montero Herrero
15 de julio de 2022
EMILIO MONTERO
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Se acaban de cumplir cuatro años del Gobierno de Pedro Sánchez, cuatro años de verdadera pesadilla. Todo se inició cuando fue expulsado del PSOE por dirigentes de su propio partido, un episodio negro en el que se llegó a montar una urna clandestina para intentar salvarle. Volvió ganando unas primarias y después de una moción de censura siguió su triunfo electoral en las urnas.

Algunos pensaron que no solo cumpliría sus promesas, sino que además formaría un equipo de gobierno capaz, sólido y creíble. Nada de eso ocurrió. Nos mintió antes de las elecciones, en las que no cansó de repetir que él nunca sería presidente pactando precisamente con todos los que ha pactado. También sustentó la necesidad de devolver la ejemplaridad a la política española, cuando está comprobado y documentado de manera irrefutable el plagio de su tesis doctoral, que ni siquiera se molestó en leer. Y es que Pedro Sánchez suele mentir con asiduidad, una valiosa arma para muchos profesionales de la política, que se caracterizan por contradecirse y faltar a lo dicho sin despeinarse.

El balance de estos cuatro años no puede ser más inquietante. Dentro de su gobierno hay ministros que no respetan la Constitución, unos socios que no serían admisibles en ningún gobierno europeo. España ha tenido las peores cifras de Europa en inflación y deuda y con los impuestos más altos. Nunca hemos tenido menos proyección internacional, un papel más irrelevante en la UE y menos activo en la OTAN. Solo Luxemburgo nos gana en presupuesto de Defensa más bajo y estamos entre los últimos países en contribución a la Alianza. Si a esto añadimos los decretos de alarma inconstitucionales, la pésima gestión durante la pandemia, el misterio de las maletas del séquito de Delcy Rodríguez, el cambio de postura respecto del Sahara sin dar explicaciones, su catastrofismo climático y últimamente una Ley de la Memoria Democrática que blanquea vergonzosamente a los herederos del terror etarra y ante la que se revelan incluso los históricos de su partido, no es de extrañar que las últimas encuestas de intención de voto no sean nada optimistas para Pedro Sánchez, que aventuran una posible mayoría PP-VOX. Desde luego al PSOE se le han puesto las cosas muy cuesta arriba, la inflación, los precios del combustible y la luz, con la prima riesgo por las nubes, y todos o casi todos los indicadores económicos en negativo, constituyen un nefasto legado para los españoles.

No queda mucho tiempo para las elecciones generales, y aunque todo puede pasar, y más con Pedro Sánchez al frente, ahora mismo la hipótesis más probable es que el PSOE pierda el Gobierno en 2023. Los fracasados procesos electorales de Madrid, Castilla y León y últimamente el estrepitoso de Andalucía, han puesto en marcha el reloj para desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Hasta los principales barones han empezado a tramar una revuelta preelectoral que proporcione un cambio de rumbo que contenga los daños que se les avecinan en las próximas elecciones autonómicas y municipales.

Desde luego es el momento claramente adecuado para un cambio de Gobierno. La inestabilidad política, la dependencia del actual Presidente de grupos minoritarios que sólo lo apoyan si existen contrapartidas, la mala situación económica y los pocos éxitos en política exterior, por decirlo de forma suave, parecen hacerlo aconsejable.

No es posible predecir el futuro, pero parece que Núñez Feijóo será el próximo presidente. Es un político prudente que tiene una gran experiencia positiva de gestión. Es austero, moderado, con autocontrol, poco dado a los experimentos, avalado por resultados electorales positivos y que tiene detrás un programa reformista y liberal. No es narcisista ni egomaníaco. En definitiva, básicamente la antítesis de lo que tenemos. Probablemente generará estabilidad y credibilidad, y con ello la economía mejorará.

No obstante, Pedro Sánchez intentará mantenerse en el poder y hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo. Tiene la determinación y la sangre fría necesarias para ello, además de una extraordinaria capacidad de resistencia, acreditada a lo largo de toda su trayectoria política. Sánchez para resistir reactivará a la izquierda política con propuestas y proyectos arriesgados que den una razón a los votantes progresistas para acudir a las urnas en 2023. Buscará recuperar la calle y a sus electores potenciales. Y Mirando las urnas tratará de agotar la legislatura y aspirará a reeditar la victoria.

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