Los bomberos de Segovia llevaron a cabo ayer al saneamiento de parte del roquedo ubicado en la parte izquierda del Santuario de la Fuencisla tras el desprendimiento de una piedra de unos diez kilogramos ocurrido en la tarde del pasado jueves, presumiblemente generado por el empuje de las raíces de un árbol ubicado junto al templo.
La piedra, a la que siguieron otras de menor tamaño y peso, se descolgó hacia las 19,30 horas en la zona de roca caliza ubicada junto a la fuente de agua no potable que se encuentra junto al santuario, y aunque a esa hora había mucha gente disfrutando de una agradable tarde en la zona, la lejanía de la ubicación de las zonas más frecuentadas evitó que se registraran daños materiales o personales.
La concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Segovia, Paloma Maroto, explicó que tras registrarse el incidente, la Policía Local procedió a acordonar la zona en previsión de nuevos desprendimientos, y en un primer análisis se detectaron algunas rocas sueltas que corrían el riesgo de caer al suelo; por lo que fue necesario llevar a cabo un saneamiento más detallado de todo el entorno.
Para ello, los bomberos desplazaron ayer un vehículo auto-escala con el que accedieron al lugar en el que se detectó el desprendimiento, y procedieron a limpiar la zona y retirar posteriormente el árbol cuyas raíces generaron la caída, así como otras ramas y arbustos susceptibles de crear problemas en el mismo sentido.
Fuentes consultadas por esta redacción señalaron que no es la primera ocasión en la que se producen desprendimientos en esta zona; que en su día ya fue declarada por los técnicos geólogos como de especial riesgo tras el derrumbe del roquedo que destruyó la Casa Rectoral del santuario.
Las mismas fuentes han manifestado que no existe peligro importante de nuevos desprendimientos, si bien no han descartado nuevas intervenciones en unos meses debido a las características del roquedo, de piedra caliza.
Los derrumbes en la zona debido al desgaste de la piedra se han repetido en varias ocasiones. El más grave se produjo en abril de 2005, cuando cientos de kilos de rocas cayeron sobre el Santuario y destrozaron parte del edificio anejo a la iglesia, además de herir a tres monjas que ocupaban el inmueble.
