¿Le explicará Pedro Sánchez a Joe Biden que mantiene en su Gobierno a un secretario de Estado que se manifiesta en la calle contra la OTAN? Antes de su anhelado y perseguido encuentro con el presidente de los Estados Unidos, ¿destituirá Sánchez a Enrique de Santiago? No parece que esté por la labor a pesar de qué toda España ha visto cómo este personaje, que es el secretario general del Partido Comunista, encabezó la manifestación anti OTAN del domingo olvidando que España pertenece a la Alianza Atlántica por la voluntad mayoritaria de los españoles expresada libremente en referéndum el 12 de Marzo de 1986.
Pese a que la Unión Soviética, la gran antagonista de las democracias europeas, movilizó todas sus terminales políticas y mediáticas, el “Sí” a la OTAN triunfó sobre el “No” que defendía el Partido Comunista. De aquella jornada han pasado más de treinta años pero el “sí” de la mayoría de los españoles a la permanencia de nuestro país en la OTAN sigue vigente.
En cualquier otro país de la Unión Europea la anómica presencia de un miembro de un Gobierno en un acto contrario a la dirección que marca el presidente del Ejecutivo del que forma parte aparejaría bien su dimisión —por un cuestión de coherencia— o su destitución. Pero estamos en la España que preside Pedro Sánchez, un ciudadano que tiene una hipoteca política con sus socios del conglomerado Podemos del que forma parte el PCE. Enrique de Santiago no parece que vaya a resignar su encomienda. ¿Dónde iba a estar mejor? Puede acogerse a la “doctrina” sentada por Pablo Iglesias según la cual un comunista sabe “cabalgar sobre sus contradicciones”. Tampoco se espera coherencia política de parte de un Pedro Sánchez que después del hundimiento del PSOE en Andalucía barrunta por quién están empezando a doblar las campanas.
