En medio de su campaña para recabar apoyos para un ataque militar en Siria, el presidente estadounidense, Barack Obama, dio ayer un golpe de timón. Y es que la Casa Blanca confirmó que el mandatario negociará el control del armamento químico en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Además, se aseguró que Obama ya había hablado con sus homólogos de Francia y el Reino Unido y «están de acuerdo en seguir ahora por la vía diplomática» en el mismo foro bloqueado por Rusia, aliado comercial de Damasco, durante dos años y medio.
El líder norteamericano accede, así, a frenar los preparativos de su ataque contra el régimen de Bashar al Asad, pero siguió pidiendo al Congreso que autorice el uso de la fuerza como amenaza presente para que el sirio ceda el control de su arsenal químico.
La destrucción del gas sarín y otras sustancias tóxicas prohibidas por la convención internacional que entró en vigor en 1997 no será, en ningún caso, fácil. El régimen de Al Asad tendría primero que reconocer que posee estas armas. Fuentes galas aseveraron que tiene hasta 1.000 toneladas.
Las sustancias, en parte importadas durante los años 80 de la antigua Unión Soviética, están distribuidas en lugares secretos, pero EEUU reconoció controlar cerca de un tercio. Su localización y destrucción no es tan fácil como en el caso del armamento nuclear, como se hizo en el acuerdo con Libia de 2003.
«El miedo a una intervención militar es lo que ha desencadenado el intento de negociación promovido por Rusia», afirmaron desde Estados Unidos.
El Senado suspendió la votación que tenía prevista para hoy sobre la ofensiva, mientras demócratas y republicanos preparan otro texto que pida negociaciones y la destrucción verificable del arsenal. Pero la Administración sigue defendiendo que necesita el apoyo del Congreso para demostrar que podría castigar a Al Asad si no cumple con las exigencias internacionales de dejar las armas prohibidas.
«El presidente cree que debemos mantener esta amenaza totalmente encima de la mesa», señaló John Kerry, el secretario de Estado, ayer en una audiencia ante la comisión de Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes que ya estaba prevista y en la que tenía que defender el ataque sirio.
«Queremos que actuéis. Necesitamos saber que si esto no puede hacerse o si esto es un retraso o es un juego o no es real, vamos a hablar con una voz y vamos a pedirle cuentas al régimen de Al Asad. El uso de la fuerza no debe estar en absoluto fuera de la mesa», señaló a los congresistas.
Y todo esto sucede horas después de que el Gobierno francés anunciara la presentación ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de un borrador de resolución que establece las condiciones en las que Damasco deberá proceder a poner bajo control internacional su armamento y en la que se advierte de las «graves consecuencias» que afrontaría en caso de no hacerlo.
El anuncio lo realizó el ministro galo de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, un día después de que el Gobierno ruso propusiera Siria poner bajo control su arsenal químico.
De esta forma, Naciones Unidas realizó una sesión extraordinaria para tratar el tema, tras la propuesta de Moscú. Al cierre de esta edición, la reunión no había concluido.
Por su parte, el Gobierno de Al Asad aceptó la petición de Rusia de poner su arsenal químico bajo mandos internacional para evitar el ataque militar estadounidense, según indicó su ministro de Exteriores, Walid al Muallem. De hecho, aseguró que «tenemos previsto adherirnos a la Convención de Armas Químicas. Estamos dispuestos a informar de los sitios en los que se encuentran el arsenal y a suspender su producción», sentenció.
