Tres domingos seguidos, 5, 12 y 19 son señalados para cualquier católico, pero alguno tiene especial relevancia para los segovianos.
El domingo 5, Pentecostés, es para todo católico la significativa fiesta del Espíritu Santo que 50 días después de la Pascua, como a los 50 días de la salida de Egipto se celebra la Alianza en el Monte Sinaí, viene el Espíritu Santo, esa tercera persona de la Santísima Trinidad que celebramos al siguiente domingo, para inspirar y asesorar a la Iglesia e infundir conocimiento, fuerza y valor a los Apóstoles en su misión evangélica.
El domingo 12, fiesta de la Santísima Trinidad, nos transporta a la parroquia de esta dedicación, una de las más antiguas del recinto amurallado, importante modelo del conjunto románico de Segovia, de primera mitad del XII, con interesantes ábside, atrio y doble portada, así como con importante tesoro museístico religioso.
Y es el domingo 19, que antaño se celebraba en jueves, y se decía “tres jueves hay en el año que relumbran más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión”, la gran fiesta del Cuerpo de Cristo. Es para todo cristiano la solemne celebración de la Eucaristía. Pero los segovianos, que estos días podemos contemplar en la catedral, Dama de las Catedrales góticas de España, la interesante exposición internacional de “Los milagros de la Eucaristía”, este día recordamos el milagro que dio origen al culto de las Catorcenas, único en el mundo, que recuerda que en el convento del Corpus Christi se intentó profanar una Hostia Sagrada echándola a un caldero con agua hirviendo, y salió abriendo una brecha en la pared del templo y yendo a caer a manos del celebrante que oficiaba en el distante Real Monasterio de Santa Cruz.
Como entonces había 14 parroquias abiertas al culto se prometió que cada año una parroquia celebrase actos de reparación y adoración al Sacramento del Cuerpo de Cristo, cultos que se siguen teniendo en regular rotación por todas y cada parroquia de la ciudad.
La solemne procesión del Corpus con salida y regreso de la catedral, tras recorrer varias calles y plazas hace estación frente a la puerta del monasterio del Corpus Christi, otrora Sinagoga Mayor de las cinco que había, consagrada al culto católico en 1419.
Brilla espectacularmente en esta procesión la valiosa carroza, carro triunfal en madera policromada y dorada, obra de Pedro Riazgo, de 1740, portando la custodia de plata realizada por Rafael González Sobera en 1656. Lleva saliendo 365 años, y en su recorrido le da escolta un piquete de suboficiales artilleros de la segoviana Academia del Arma.
Y finaliza junio celebrando los segovianos las Ferias y Fiestas en honor de sus Patronos San Juan y San Pedro, el 24 recordando el nacimiento de San Juan Bautista, prendiendo una enorme pira que los más osados saltan y a la que se tiran los negativos momentos de cada ciudadano, recordando la hoguera que Zacarías prendió para anunciar el nacimiento de su hijo; el 29 se recuerda el martirio de Simón Pedro, principal de los Apóstoles.
Semana grande de Segovia en la que mandan alcaldesa y damas, recorren la ciudad los gigantes y cabezudos precedidos de “los Silverios”, arden fuegos de artificio y se multiplican con los no muy amplios eventos taurinos, incluido el clásico peque encierro, competiciones deportivas, espectáculos musicales, verbenas, teatro, exposiciones, siendo muy típica la “gran noche del teatro”, así como la marcha a la ermita de san Antonio de Juarrillos para “ver salir el sol girando” en la amanecida de la noche más corta del año.
Estos días los estudiantes dejan los libros hasta un nuevo curso, algunos ya doctores y licenciados, otros titulados bachilleres y muchos con sus ciclos de ESO, primaria o infantil. Feliz verano a todos, e inolvidables fiestas de San Juan y San Pedro, haciéndolas respetuosas, pacíficas y acogedoras, y procurando no incomodar al anciano Acueducto.
