La cooperativa ACOR ha presentado el libro sobre sus 60 años de historia de la primera cooperativa dedicada al cultivo de la remolacha que logró que los cultivadores tuviesen su propia fábrica de azúcar.
Escrito por el historiador Enrique Berzal de la Rosa, el volumen recoge en más de cien páginas el contexto en el que se produjo el nacimiento de la entidad dentro de un sector dominado por la industria azucarera, donde los cultivadores de remolacha sufrían diferentes abusos en el precio, en los descuentos y en el pago por kilos en vez de por riqueza, por lo que su mayor anhelo era contar con su propia fábrica que rompiese el monopolio existente. En 1965, el 85% de la producción española estaba en manos de cuatro empresas privadas.
La constitución de ACOR el 25 de enero de 1962 fue el punto y seguido del planteamiento inicial que se efectuó en el seno del Sindicato Remolachero de Castilla la Vieja. La captación de socios fue una tarea ardua al unirse la desconfianza de no pocos agricultores con la labor de las industrias privadas, dispuestas a dificultar la marcha de la sociedad cooperativa. En Segovia contó con el respaldo de muchos productores de las comarcas de Cuéllar o Coca, que hoy siguen fieles a la empresa, y otros han traspasado sus títulos a sus herederos.
Tras muchas vicisitudes logró levantarse la primera fábrica de ACOR en Valladolid, inaugurada en febrero de 1968. Luego vino la de Olmedo, y el intento fallido de hacer una tercera en León.
El origen de la cooperativa “podría dar para una serie de Netflix, solo con decir que la fábrica se hizo en los años 60 con tecnología soviética de Polonia”, dice el presidente, Jesús Posadas.
“Se trata de un relato cronológico que explica las vicisitudes de un sector que ha tenido pocos tiempos de calma, donde la cooperativa ha sabido innovar y buscar otros cultivos para sobrevivir”, añade.
Por su parte, el consejero de Agricultura, Gerardo Dueñas, destacó que el libro “te envuelve, tanto si eres socios como si no”.
