Javier Ojeda “Reversos”
Voz: Javier Ojeda
Guitarra y sampler: Miguel Paredes
Guitarra acústica y coros: Paula Laviño
Teatro Juan Bravo. Ciclo “Acústicos”
Una de las ventajas de la propuesta «desenchufada» del Teatro Juan Bravo -quizá la mas singular por el riesgo que trae consigo- es poder ver a los grandes músicos que son, han sido o serán en el panorama del pop-rock en español mostrando el «esqueleto» de algunas de sus mejores canciones, alejadas de los artificios de producción que, en algunos casos sólo sirven para disfrazar carencias y en otros para acrecentar virtudes.
En esta ocasión, la apuesta tenía como atractivo ver a el exlíder de Danza Invisible -uno de los grupos más anglosajones del pop español de los 80, con discos de impecable factura y canciones para el recuerdo- batirse el cobre acompañado únicamente de dos guitarras y con el apoyo técnico de las bases rítmicas pregrabadas en un sampler. Lamentablemente, el reto solamente a trajo a unas pocas decenas de espectadores que apenas llenaban poco más de medio patio de butacas, seguramente porque el frío y las bajas temperaturas no solamente hielan el agua, sino también la voluntad de disfrutar de buena música.
Ojeda, malagueño ejerciente, salió al escenario abrigado hasta las orejas, al igual que sus músicos, ataviados con gorros y bufandas; y reconoció ante el público que en Segovia había recuperado el significado de palabras como «aterido».
Al frío que padeció el cantante se le unió una «pequeña resaca» que el mismo reconoció padecer y que le llevó a pedir al público un analgésico para sobrellevar la pesada carga de una víspera de excesos; que sobre el escenario no se notaron en absoluto. El cantante decidió echarse a la espalda las contingencias antes citadas y entregarse al escaso público con (largos, muy largos) parlamentos para explicar la génesis de las canciones de su último trabajo «Reversos», en el que versiona alguno de sus propios clásicos con Danza Invisible y otras canciones también muy conocidas.
El hecho cierto es que el frío de la noche fue dando paso canción a canción a una temperatura más elevada, a medida que Javier Ojeda fue desgranando algunos de sus éxitos, trufados con otras canciones menos conocidas que quiso añadir al concierto porque «funcionan mejor en este formato de sala de estar», según sus propias palabras. Dotado de una de las mejores voces del rock y pop en castellano, Ojeda llenó de matices cada una de las canciones, con guiños al soul y al blues, contando con la complicidad de su exiguo pero bien conjuntado grupo de músicos.
¿El resultado del reto?. Cerca de dos horas de buena música de la mano de un gran intérprete y de un músico coherente que cree en su proyecto y reivindica su trayectoria. No todos pueden decir lo mismo.
