En sus noventa y pico años de historia, cada vez que la Gimnástica Segoviana ha tenido que apelar a la suerte para conseguir algún logro, la diosa Fortuna se ha reído en su cara. Los logros gimnásticos han llegado a base de trabajo durísimo y hasta el final, sabiendo el club que jamás ha podido depender de nadie más que de sí mismo. Y aún así con las piernas temblando pensando que de un momento a otro la suerte iba a tirar por tierra todo el esfuerzo.
La diosa Fortuna quiso de nuevo que el Marino se cruzara en el camino de la Segoviana, y de nuevo sonrió al conjunto asturiano, que necesitaba vencer en Navalcarnero y lo hizo con un gol en el descuento, mientras que el equipo azulgrana caía con claridad en el campo del Coruxo tras jugar un más que buen primer tiempo, y un segundo en el que el 2-1 marcado al poco de reiniciarse el encuentro le dejó demasiado descolocado ante un oponente de mucha calidad que no tuvo piedad del conjunto gimnástico.
La Segoviana jugaba en dos campos, y perdió en los dos. En el campo Do Vao los de Ramsés Gil salieron como les demandaba el entrenador, presionando a un oponente que en los primeros diez minutos de partido se mostró nervioso e impreciso en la salida del balón. Un rebote de Gómez que se marchó fuera por poco, un remate al palo largo de Szymanowski que llevó el mismo destino, y uno tercero de Nanclares que también se marchó fuera demostraron que los azulgranas no querían especular con el empate.
UN CASTIGO PARA CADA ERROR
Pero bastó un despiste en un saque de esquina para que la Segoviana viera claro que en el tema de la suerte otros ganan por goleada. Tres jugadores gimnásticos saltaron a despejar el balón en el córner, pero el esférico terminó en los pies de Youssef, que a un metro de Carmona (y vaya usted a saber si en fuera de juego) marcó a placer el 1-0.
Pasó por momentos de apuro la Segoviana, exigida por los costados con los precisos envíos en largo de los locales, pero poco a poco se fue rehaciendo en el partido. Rafa Llorente y Nanclares probaron fortuna desde la frontal sin puntería, hasta que en un centro al segundo palo de Szymanowski, Llorente se hizo con el balón, y de espaldas al marco le puso en el área pequeña, donde Gómez cabeceó el 1-1. Y como quiera que el Navalcarnero se había adelantado al Marino en la primera parte de su partido, todo parecía más o menos encarrilado para la parroquia gimnástica.
El equipo no acertó a ponerse por delante en una primera parte en la que fue mejor, y en la segunda se vio ampliamente superado por su rival
Pero ya se sabe que en el deporte todo puede cambiar en un segundo, y en el caso de la Segoviana casi ni eso hace falta. Así que con el reinicio del partido llegó la acción que lo decidió, con un envío en largo hacia la posición de Aspas, que desde la línea de fondo vio la llegada de Antón. El capitán del Coruxo empalmó en semifallo lejos del alcance de Carmona, y comenzó a sentenciar el partido cuando apenas había transcurrido medio minuto de la segunda mitad.
Y no es que la Segoviana tirara la toalla, que no. Es que el Coruxo apuntaló su sistema defensivo, aprovechó muy bien el viento que sopló a su favor, y paulatinamente fue desactivando los ataques gimnásticos, amenazando siempre en las contras. Los visitantes no lograban ni precisar sus envíos en largo por el viento, ni jugar bien en corto por la presión de los locales, así que tocaba agitar el árbol buscando un segundo gol, porque el Marino acababa de empatar en Navalcarnero, y ya se veía venir la desgracia.
Un lanzamiento de Rubén detenido por el portero local con seguridad, y un preciso centro de Dani Arribas que Llorente no fue capaz de precisar en su remate fueron el bagaje ofensivo gimnástico antes de que el Coruxo ampliara la brecha en un contragolpe de libro que dejó a Youssef en inmejorable posición para batir a Carmona.
CON EL 3-1 YA SE VEÍA VENIR
El 3-1, que estuvo cerca de ser un 3-2 si Nogueira hubiera precisado su remate de cabeza cerca de la portería local tras un saque de esquina, obligaba a poner la mirada bastante más en el estadio Mariano González que en el campo Do Vao. Y lo que pasaba en Madrid era que el Marino apretaba de firme, y el Navalcarnero no conseguía sentenciar el partido al contragolpe, así que el devenir de los dos encuentros fue una agonía para la Segoviana, que recibió un cuarto gol en otra acción de contraataque definida por Silva bajo las piernas de Carmona. Había que confiar en la fortuna, pero como diría Quique González en sus ‘Conserjes de noche’, la suerte es “una ramera de primera calidad” que no suele tener predilección por los colores gimnásticos.
EN ALICANTE, EL DOMINGO A LAS 12
El Marino marcó el 1-2 en Navalcarnero, y la Segoviana se quedó hundida en el césped del campo Do Vao mientras que su rival celebrada su clasificación para la fase de ascenso. No es un descenso, pero sentó casi como si lo fuera, porque el conjunto azulgrana ha tenido tres partidos para sumar un punto (y en el de la Llanera tuvo poco que ver la suerte en la derrota, las cosas como son) para firmar definitivamente su permanencia, pero no lo ha conseguido y ahora toca jugar una fase de promoción en un campo de Alicante, a las doce de la mañana del próximo domingo y con una previsión de 30 grados de temperatura, teniendo como oponentes al Don Benito de Badajoz, el Cerdanyola de Barcelona, o el Águilas de Murcia.
Con la suerte que se gasta el conjunto gimnástico, piense el lector en qué rival será el más complicado, y seguramente ese se convertirá en el elegido en el sorteo de emparejamientos que se llevará a cabo mañana en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Ayer, todo lo que pudo salir mal, salió mal. Veremos si el próximo domingo cambia la suerte.
