Mientras observamos las imágenes del horror en Ucrania, por los desmanes asesinos de Putin, que golpean a la población civil sin distinción, destruyen ciudades enteras y afecta a la economía europea de forma acusada, sobre todo por los altos precios de la energía, en nuestro país la derecha y la ultraderecha se dedican a ir “enseñando la patita” de como gestionarían estos momentos tan complejos. Por cierto, noticia excelente para los intereses de España el acuerdo para la “excepción ibérica” que permitirá la rebaja del precio de la electricidad. Gran trabajo del gobierno.
Esta semana el PP de Feijóo, claramente, propone que las pensiones no deben subir para 2023 con respecto al IPC según marca la ley aprobada en el Congreso a propuesta del PSOE y defienden su índice de sostenibilidad que marcaba una subida del 0,25 %, con la evidente pérdida de poder adquisitivo. Además, deja entrever que el equipo económico de Feijóo, ya saben “muy moderado por las canas”, pero “extremadamente conservador por sus políticas”, considera inabarcable el gasto y alerta del elevado coste de los servicios públicos en nuestro país (ya saben sanidad, educación, dependencia, servicios sociales, pensiones, etc). Es decir, su retrovisor sigue mirando a los recortes y políticas de austeridad extrema, para afrontar las crisis económicas, sin reconocer las consecuencias que todavía soportamos. Pero casualidades de la situación es que el PP con Rajoy en el Gobierno, aportó 40.000 millones de euros para el rescate de bancos y ahora el gobierno progresista de Pedro Sánchez ha utilizado la misma cantidad para rescatar a trabajadores con los ERTES, a las empresas con los ICOS, a los autónomos con los ceses de actividad, etc. De forma nítida pueden comprobar las diferencias de prioridades.
Pero también es inabarcable el populismo de Mañueco felicitando a Macron por ganar las elecciones y haber parado a la ultraderecha en Francia, cuando él les metió en el gobierno de Castilla y León. Sin duda las propuestas económicas del gobierno “popular-franquista” en la Junta de Castilla y León para afrontar los efectos de la guerra de Putin en Ucrania son un “nuevo juego de trileros”: no benefician a toda la ciudadanía, no es progresiva (bajada IRPF de 35 euros al año) y no es inmediata ya que hasta dentro de un año no se puede aplicar en la declaración del IRPF. Pero lo mas irritante es que mientras Mañueco pide al Gobierno de España la bajada de impuestos, la Junta ingresará 741 millones de euros del impuesto de la electricidad y de los hidrocarburos y no ponen en marcha ninguna ayuda directa inmediata para familias, personas, autónomos, empresas y trabajadores. Ya sólo falta que mañana jueves el PP no apoye la convalidación del RDL de medidas del gobierno, con los descuentos del carburante, etc. Sería inabarcable la incoherencia, sin duda.
Y lo que es inabarcable es ver la foto de los dirigentes de Vox (la ultraderecha amiga de Putin) en Paris apoyando a Le Pen (líder de la ultraderecha francesa), cuando en sus propuestas electorales despreciaba los productos españoles, esos que agricultores y ganaderos trabajan. Utilización de la gente y después lo contrario.
La guinda esta semana de la ultraderecha, en sus permanentes lecciones populistas ha sido conocer la noticia de que el Vicepresidente de la Junta y dirigente de Vox, ya saben quién no tiene ninguna área de gestión de gobierno, ficha a un familiar para un puesto de confianza (a dedo). Ese famoso concepto de la familia de la derecha y la ultraderecha, de “utilizar la familia de todos, pero beneficiar primero a los míos”. Entiendo que los chiringuitos y los chanchullos, que salpican al PP en el Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, daba envidia en Castilla y León. Es inabarcable la capacidad de manipulación de la derecha y la ultraderecha cuando la realidad es que: “consejos vendo que para mi no tengo”.
(*) Diputado del PSOE por Segovia.
