Hay despedidas que duelen y otras que se esperaban con ansia. En este caso, el adiós a las mascarillas en interiores parece ubicarse en un grupo intermedio. España se despide de uno de los símbolos de la pandemia, excepto en centros sanitarios y sociosanitanitarios y en los medios de transporte, y en Segovia lo hace de forma tímida; la mayoría opta por mantener el cubrebocas en los espacios cerrados, al menos, de momento. Ayer acabó la obligatoriedad, pero no su uso. Y es que la mascarilla se seguirá viendo en la provincia durante algo más de tiempo ante el temor al contagio.
El Consejo de Ministros aprobó este martes el fin casi definitivo de la mascarilla, 699 días después de que se publicase en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la primera orden que la hacía obligatoria. La decisión ha sido posible porque la situación de la pandemia así lo permite: a la “altísima cobertura vacunal” del 92 % en mayores de 12 años se suman unos indicadores a la baja y una disminución de la gravedad de la enfermedad, tal y como explicó en rueda de prensa la ministra de Sanidad, Carolina Darias.
Pero, aunque el Gobierno esperó hasta después de Semana Santa para aprobar el decreto, algunos segovianos consideran que esta medida es aún “precipitada”, dado el aumento que está experimentando la incidencia de covid en la provincia en los últimos días. “No es el momento, habría que haber esperado un poco más”, asegura Fidela. Al igual que su hija Rocío, “siempre que se pueda”, mantendrán los cubrebocas en interiores.
De igual forma, para Laura es “un poco pronto”, porque está “convencida de que vendrá la séptima ola”. Muchos temen que se experimente un retroceso en la situación epidemiológica y sigan aumentando los contagios, una preocupación que se agrava aún más después de que en esta Semana Santa se hayan superado las expectativas turísticas. De hecho, buena parte de los datos recogidos por Turismo de Segovia sobrepasan los registrados en 2019, y la ocupación hotelera estuvo por encima del 90 por ciento en los tres días centrales de la campaña.
Temor e incertidumbre
Jóvenes, adultos, ancianos, en pareja, en grandes grupos, en el trabajo, en la frutería, en la peluquería… Daba igual la edad, el lugar o el momento, porque ayer fue este asunto el eje sobre el que giraron las primeras conversaciones del día.
A pesar de que cada vez son más los que no hacen uso de la mascarilla en exteriores, su comportamiento es bien distinto en lugares cerrados. Buena parte de los segovianos se engloban en el grupo de los ‘promascarilla’ y coinciden al señalar que les produce cierto “respeto” no hacer uso de ella en interiores, dada la posibilidad de mantener un contacto estrecho con contagiados de covid. “Me la voy a seguir poniendo porque esto no se ha terminado y la mascarilla puede evitar que te contagien”, proclama José. A sus más de 70 años, tiene claro que su uso ha demostrado su eficacia para frenar la transmisión del virus.
En manos de las empresas
El real decreto que entra hoy en vigor, tras su publicación en el BOE, deja en manos de las empresas la potestad de imponer o no su uso a los trabajadores a partir de la valoración que hagan los servicios de prevención de riesgos laborales, mientras que en el resto de ámbitos pasará a estar solo recomendada. Tampoco se exigirá en comercios, supermercados, restaurantes y bares, así como gimnasios, teatros, cines o conciertos, pero sí será recomendable para personas con factores de riesgo.
La situación, por el momento, está estabilizada en centros de atención primaria y hospitalaria. Esto ha invitado a muchos a una tranquilidad que les lleva a olvidar con frecuencia las medidas sanitarias y las restricciones que, hasta hace no mucho, marcaban la cotidianidad de la sociedad. “Esto ya es como una gripe, tenían que haber quitado las mascarilla hace mucho”, sostiene la propietaria de una tienda de ropa de Segovia, Nuria Alonso. En su establecimiento, ajustarán el uso del cubrebocas a las “preferencias” de los clientes; “Si se sienten más cómodos si la llevamos, nos la pondremos, sino no”, manifiesta, al tiempo que explica que mantendrán las mismas medidas sanitarias, como el uso de gel hidroalcoholico o la utilización de una máquina de ozono que funciona mañana y noche.
Desde uno de los sectores más castigados por la pandemia, la hostelería, señalan que, por su “seguridad y la del cliente”, seguirán utilizándola. “Los jefes nos han recomendado que la mantengamos”, cuenta el camarero de un bar de la capital, José Ángel Hernando.
En cambio, a partir de hoy, los clientes podrán decidir si la usan o no y esto hace que los hosteleros teman posibles contagios en sus establecimientos. “Imagina que viene un positivo sin mascarilla… Se puede liar”, declara el hostelero Jonathan Menéndez.
Aunque existe la posibilidad de que el Gobierno retroceda en esta decisión en caso de que sea necesario, algunos esperarán “unos meses” hasta comprobar la efectividad de la medida y su impacto en la situación epidemiológica, dada la proximidad de las vacaciones de verano, para actuar en consecuencia.
