Este fin de semana leeremos muchos artículos hablando de encuestas sobre el cambio de ciclo político. Del final del bloque de la izquierda y el cambio por uno de derechas. En realidad, solo hablan del cambio de líder político. El de Casado por Feijóo y su aterrizaje sereno sin mirar a Vox ni a Ayuso. “Estarán de broma los que pactan con Bildu cuando se escandalizan por hacerlo con Vox. Si de verdad les asusta, les ofrezco que gobierne la lista más votada” ha sido su tarjeta de presentación. La luna de miel de un nuevo líder con su estimación de voto es una condición necesaria pero no suficiente. Los finales de ciclo responden a corrientes sociales de fondo y oportunidades políticas en la forma de leerlas. Las elecciones autonómicas en los tiempos de la “turbopolítica” pueden cambiar las tendencias nacionales. Andalucía es la próxima parada en la que Feijóo ha apostado su nueva “Dirección”.
Lo único que parece definitivo es el final de ciclo de Sálvame como representante fake del entrenamiento vinculado a la peor hegemonía de la izquierda. El programa franquicia de Mediaset solo era un negocio disfrazado de ideología. Desde que hace dos años su presentador se enfadaba en pleno directo cerrando la discusión con un “esto es un programa de rojos y maricones, quien no lo quiera ver que no lo vea” ha ido perdiendo audiencia conforme ganaba soberbia. Una parte de los espectadores les pareció antipático todo ese dogmatismo banalizado sin talento que imponía sus valores como un bien superior. Pasó de izquierda a siniestra.
Santiago Auserón decía la semana pasada “la izquierda pierde gas porque no va a la raíz de los problemas contemporáneos. Estamos en la cosa mediática del todos y del todes mientras la derecha iguala liberalismo y libertad. Lo que convierte al hombre en esclavo del mercado se nos vende como libertad mientras nos centramos en el abecedario de las identidades sexuales”. Hace falta valor.
En la época de Zapatero, el 80% de la oferta cultural y de ocio era mas bien progresista. Eran los tiempos en que solo aparecía Norma Duval apoyando al PP. Hoy en día, se publican más ensayos liberales o conservadores que progresistas y hay más pluralidad en la televisión y por supuesto, los youtubers, músicos de autotune y creadores de opinión de las demás pantallas digitales comparten una cultura hedonista y de éxito personal muy alejada de los códigos colectivistas de la izquierda tradicional.
El propio PSOE creó un pequeño “Sálvame” interior que apostaba por la cancelación de quienes dudaban de unos postulados que asumieron como propios para absorber a Podemos. Hace un año llevaron a Jorge Javier para arropar a Ángel Gabilondo en su mitin de su campaña contra Ayuso. Mientras el catedrático de metafísica leía en El País como sus amigos, Savater y Azúa declaraban su intención de votar al PP por primera vez, el presentador se paraba para decir: “no existe equidistancia: o democracia o fascismo”. Gabilondo fue ingresado a los tres días por una arritmia, que es donde se somatizan las contracturas éticas.
Apretar las filas propias también lo hace con las ajenas y se tradujo en más entretenimiento de derechas, más simpatía hacia Vox y en más votos para el PP. Y no, el PSOE no es un partido solo de rojos y maricones, como tampoco lo era el programa de Tele5. Apostar por la pluralidad desde el sectarismo y por más democracia desde el autoritarismo es dar la razón al contrario porque la gente ve lo que haces y no lo que dices. Ibai Llanos, Susi Caramelo o Wyoming hacen más por la justicia social, la igualdad o la memoria histórica que veinte años de insultos al contrario desde Sálvame. Retorcer tanto los hechos a favor de quien los cuenta, acaba saltándole en la cara como un muelle a quien lo hace. El PSOE ha sido siempre un partido que va a la raíz de los problemas colectivos de una amplia mayoría de españoles al margen de sus identidades individuales. Sálvame es solo un síntoma para escarmentar en cabeza ajena, salvando las distancias, porque la izquierda es mucho más que entrenamiento y cancelación de la oposición.
Andalucía será la primera representación de la derecha entretenida que ha surgido de esa cancelación. En cuanto Moreno Bonilla deje el trono de la Exaltación y convoque elecciones, tratará de convertir el granero de votos socialista en el Parque Temático del fin de ciclo. Una campaña de cantantes, toreros y monarquía. Por derecho. Soto, caballo y Rey.
