Tras dos años de espera, la Cofradía de la Vera Cruz ha podido estrenarse como tal en el primer y único acto que organizan y celebran en la Semana Santa. Todo estaba listo en 2020 pero la pandemia lo interrumpió todo, también su salida. Por eso, la expectación fue máxima ante una nueva cofradía y una novedosa procesión.
El templo de San Andrés acogió a numerosos fieles en su interior ante una tarde de amenazante lluvia. En el centro y frente al altar esperaba la iamgen del Cristo de La Encina, talla que los cofrades veneran y minutos después alzarían. Las velas iluminaron el templo en una ceremonia cantada; Sergio Caminero, Hermano Mayor de la Cofradía, fue el encargado de deleitar al público con los cánticos, acompañado de las melodías del órgano. Fernando Mateo, párroco de Cuéllar, presidió la ceremonia que precedió a la salida del paso. Uno de los hechos más llamativos de este estreno fue el atuendo de los cofrades, totalmente sobrio: túnicas marrones, sin fajines ni ningún elemento decorativo, tan solo capuchas.
Fuera, expectante, el público aguantó el frío y el viento que protagonizó una salida nunca vista. Cofrades nazarenos, de El Calvario, La Verónica, La Soledad y el Cristo Yacente abrieron la procesión. La salida, emotiva, se hizo con dificultad dadas las dimensiones de la talla y la puerta: se tuvo que girar la imagen a conciencia para esta planificada salida, que impactó a los asistentes en las afueras del templo.
El fervor y la devoción se adueñaron de todos los rincones del recorrido ante una talla que nunca había procesionado por Cuéllar. Tras pasar por la calle El Henar, los cofrades portadores guiaron al Cristo de la Encina por el Castillo de Cuéllar y la calle Palacio, para bajar por la calle La Morería. Fue por este tramo por el que la lluvia apareció para deslucir la procesión. Un plástico cubrió la talla para evitar daños, y los paraguas se hicieron protagonistas en esta estrecha calle.
Más de una hora después, la talla entraba por la iglesia de San Miguel y se daba por concluida esta primera procesión de la Cofradía de la Vera Cruz, que contra las inclemencias del tiempo pudo sentar las bases de una nueva tradición que completa aún más la Semana Santa cuellarana.

