La carrera de la autora Isabel Allende comenzó a los 40 años. En su caso, tenía 38 cuando su camino literario echó a andar. Ahora tiene 42. ‘Nunca es tarde si la dicha es buena’, dice el refrán. A ella le apasionaba la escritura. Además, cree que tenía dotes para hacerlo. Y, sobre todo, muchas ganas. La segoviana Cristina Pascual no duda en la respuesta cuando le preguntan cuál quiere que sea la seña de identidad de sus obras: el sentido del humor. Le gusta hacer reír al lector. Es el ingrediente que no puede faltar en sus trabajos. De ahí que sea el eje sobre el que gira su segunda novela, ‘Entre mares abiertos’. El próximo 21 de abril, la presentará en la Biblioteca Pública de Segovia a las 19:00 horas.
Se llama Lola. Tiene 35 años. Le caracteriza un gran sentido del humor. No pierde la esperanza. Ni el optimismo. Pero parece no cumplir con las expectativas sociales: está soltera. Y va camino de la crisis de los 40. A partir de ahí, ha de afrontar distintos cambios en su vida. Es esta la historia que cuenta en su novela. Pascual tomó como fuente de inspiración a una de sus amigas. La protagonista de su obra “no tiene una vida estable, y tampoco ha de tenerla”, manifiesta.
Todo ello se produce en un contexto que puede resultar familiar: hay una enfermedad “devastadora” que se cobra la vida de muchas personas. Esto resulta curioso: antes de que se supiese de la existencia del covid-19, ya había escrito “la mitad” de su libro. Su novela terminó de gestarse en el confinamiento. Quiso reflejar el momento histórico que se estaba viviendo. En parte, porque esto se convirtió en su terapia.
No quiere que sus obras “sean iguales”. Le gusta que sigan líneas distintas. Se considera una escritora polifacética. “Puedo escribir de distintas cosas y momentos históricos”, sostiene. Prefiere no encasillarse en un género. Al menos, de momento.
Es pluriempleada: trabaja para dos editoriales y es agente de seguros. Son dos mundos bien distintos. Si tuviese que escoger uno, se quedaría con la escritura. Es esta su verdadera vocación. Cuando era apenas una niña, ya se vinculó con la literatura. Para seguir relacionada con ella, decidió estudiar el grado de Periodismo. Hace algo más de 20 años, pasó por la redacción de ‘El Adelantado de Segovia’. Y ha estado en un buen número de medios de prensa, radio y televisión.
Tiempo después, cursó un máster de Ciencia, Tecnología y Sociedad: ha publicado “muchas cosas” a nivel científico. Trabajó cinco años en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) como historiadora de la ciencia. Y está doctorada en Didáctica de las ciencias experimentales y sociales. Desea seguir escribiendo. Y, al mismo tiempo, espera poder retomar su vida académica. Le encantaría enseñar a gente joven. “Creo que soy muy divertida”, declara. Quiere dar clases en la Universidad. Aunque esto implique no poder publicar una nueva novela en varios años.
Hasta que su primer libro no vio la luz en 2019, nunca antes había publicado. Cuando hizo la tesis doctoral, tomó una decisión que ni siquiera se había planteado antes. Estaba “harta” de escribir para los demás. Y que en los artículos científicos apareciera el nombre de “otros”. Pese al asombro de su marido, “creó” una novela. Y esta gustó: la publicó una editorial pequeña. Su segunda obra la han escogido tres editoriales. “Luchar con el mundo editorial es un caos”, garantiza. Pero cuando ve su nombre impreso en la portada del libro, siente que este “caos” merece la pena.
