Sororidad, hermandad gitana internacional, solidaridad. Estos tres conceptos quedan enlazados en la palabra romanó phenjalipén que este viernes resonó junto al río, en la Alameda del Parral, como un clamor por los gitanos ucranianos que están siendo dobles víctimas de la invasión de Rusia en su país y del exilio al que se ven empujados por la guerra, haciendo de nuevo real su himno ‘Gelem, gelem’: “Anduve, anduve por largos caminos. Encontré afortunados gitanos. Ay, gitanos ¿de dónde venís con las tiendas y los niños hambrientos”.
La joven Yanira Miranda Jiménez, estudiante de Centro Integrado de Formación Profesional CIFP Felipe VI, entonó estas estrofas en la celebración del Día Internacional del Pueblo Gitano, con el que se recuerda el Congreso Mundial Gitano celebrado el día 8 de abril de 1971 en el que se instituyeron la bandera y el himno gitanos, símbolos de una historia y una cultura propia.
El puente de La Moneda, en la Alameda del Parral, volvió una vez más a ser el escenario elegido por la Fundación Secretariado Gitano para la ‘ceremonia del río’ que comenzó con la lectura de un manifiesto en el que se quiso rendir homenaje a las víctimas gitanas de las distintas persecuciones a lo largo de los siglos y este año, en concreto, mostrar apoyo a “las hermanas y hermanos de Ucrania”.
“No podemos olvidar la grave situación que están viviendo las familias gitanas en Ucrania y, en especial, mujeres, niños y niñas por la devastadora guerra que están sufriendo”, subrayan desde el Grupo de Participación Gitana de la Fundación Secretariado Gitano. Según han denunciado, citando a algunas organizaciones que se encuentran en Ucrania, la solidaridad no está llegando de igual manera a los ciudadanos en situación de mayor vulnerabilidad, entre ellos, muchas personas gitanas.
“Se han detectado situaciones de discriminación y antigitanismo, encontrando obstáculos para poder atravesar las fronteras hacia países limítrofes, o en el trato que reciben una vez que han logrado atravesar las fronteras: uso de perfiles étnicos discriminatorios por parte de policía de fronteras, segregación en centros de acogida y peores condiciones que las personas refugiadas no gitanas, o incluso casos como los reportados desde Hungría, donde se da menos comida a las niñas y niños gitanos que a quienes no lo son”, leyó este viernes la joven Yanira, tomando el relevo de su madre Sheila Jiménez Jiménez, que hace cuatro años cumplió esta misma misión y ahora es mediadora intercultural.
Sheila Jiménez recordó que el 8 de abril es una jornada en la que reivindican los valores y señas de identidad de la cultura romaní, la historia del pueblo gitano, los avances dados en educación e integración, pero con la que también se quieren borrar prejuicios y “decir a la sociedad que estamos aquí para lo que necesite”.
Tras la lectura del manifiesto, un grupo de niños ofreció una escenografía en la que recordaban datos de la comunidad mundial calé de la que también forman parte los más de un millar de gitanos segovianos. Después, las familias reunidas y una amplia representación de la corporación municipal entregaron al Eresma las flores que simbolizan los buenos deseos de un pueblo que lucha contra prejuicios y discriminación, y cómo las aguas del río quieren abrir cauces para el respeto y la igualdad. Este año, además, el cauce del río se hizo transmisor de mensajes de paz, solidaridad, condolencia y del grito: Sastipen thaj mestipen (Salud y Libertad).
