Dos hermanos, que unidos a su primo Valeriano, llevan en su apellido un nexo de unión a la Gimnástica Segoviana durante muchos años en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado. Ernesto, con jugadores como Bellota, Julio Vegas, José Antonio Minguela, Malaquías, Diego, Valeriano, Emilio, Julito, Navas, Mariano Martín y otros. Llenaban el campo del Peñascal todas las tardes de los domingos compitiendo en el grupo 7 de la Tercera División. Por su parte, José Vicent, tenía como compañeros de viajes a Bermejo, Luis Mariano Minguela, Pablito, López, Marcos, así como algunos de los citados anteriormente que continuaban jugando.
Ernesto alternaba funciones como centrocampista o interior, con un toque de balón extraordinario y una visión de juego dignos de destacar. Era la elegancia del juego en el fútbol. José Cuéllar era muy distinto: delantero centro de raza, a la vieja usanza, de esos que se meten en el área pequeña a rematar con la fuerza que imprime un elefante al entrar en una cacharrería; y de cabeza iba sobrado.
Pasó el tiempo, inexorablemente. Ernesto vive relajado su jubilación y José Cuéllar continúa su labor como funcionario; pero existe una nota común a estos dos personajes: pasean juntos, disfrutan juntos sus ratos de ocio y ¡cómo no! van siempre unidos a presenciar los encuentros de la Gimnástica Segoviana. La vinculación al club de sus amores continúa siendo muy activa a través de toda su vida, demostrando que la fidelidad a esos colores está latente. Esta pareja de hermanos fueron jugadores y ahora son espectadores de lujo; por ello, se hacen merecedores de ser personajes genuinos del deporte segoviano.
