Que la mujer de siempre ha estado vinculada al trabajo es un hecho irrefutable, y no es preciso acudir a la Historia Universal para comprobarlo. En el campo, en la industria, en multitud de labores, incluso en la práctica del deporte, la mujer ha ocupado siempre un lugar destacado. Cosa aparte es que, según las épocas, su presencia laboral haya tenido mayor o menor fuerza, mayor o menor presencia. Pero siempre ha habido mujeres que han sobresalido en la dirección de empresas, en los trabajos literarios, en las artes, en las especialidades diversas de la medicina, contribuyendo con su colaboración a destacados descubrimientos de la ciencia. Cuestión aparte es que, en sentido general, dé la sensación de que la mujer siempre ha estado en un segundo plano, y cierto es ello. De ahí que, de unos años a esta parte, la mujer haya saltado y se haya propuesto, lógicamente, alcanzar un puesto que siempre ha merecido, pero que muchas veces se han ignorado sus aspiraciones.
Hoy, el problema se va resolviendo a marchas forzadas, y los movimientos en favor de la mujer y de sus derechos ante el hombre–salvando las distancias fisiológicas- están alcanzando un pleno reconocimiento.
Muchos de los éxitos femeninos se han conseguido por sus protagonistas siguiendo ese refrán tan español de “a Dios rogando y con el mazo dando”… Quiere decir que no solo basta solicitar la ayuda de la Providencia, los que crean en ella, sino que también, tanto el hombre como la mujer, que son libres para actuar, necesitamos arrimar el hombro y poner nuestra fuerza espiritual y física en favor de la tarea que queramos emprender.
En nuestra provincia tenemos buenos ejemplos, desde hace mucho, de los trabajos de la mujer como empresarias, como cultivadoras de las letras y las artes, como dedicadas a las duras tareas de la agricultura y la ganadería…
Así, pues, del esfuerzo de la mujer por llevar adelante empresas incluso de gran importancia y trascendencia, sin menoscabo ni desdoro de otras muchas que actúen de forma similar, ahí tenemos, como ejemplo, a punto de inaugurarse oficialmente, el Centro para Enfermos de Alzheimer, promovido por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer, con el ejemplar trabajo personal de su presidenta, Isabel Miranda, bien conocedora de la enfermedad, padecida dentro de su propia familia.
La iniciativa surgió allá por el año 2007, pero fue necesario no dejar de trabajar en el tema, y siguiendo el consejo de “con el mazo dando”, las gestiones se fueron encauzando por numerosas direcciones y con constancia meritoria, hasta que la Junta de Castilla y León, años después, anunció una primera subvención de 945.000 euros para empezar a hacer frente al presupuesto inicial de 1.300.000.
Tardó también un tiempo el Ayuntamiento en reaccionar, y procedió a ceder a la asociación, por 75 años, una parcela de titularidad municipal en el nuevo barrio de Comunidad de Ciudad y Tierra.
Desde ese momento, la presidenta y su junta reforzaron el “trabajo del mazo”, pues había que recurrir a autoridades de todo tipo, a socios, a entidades segovianas, industrias incluso clubes deportivos, solicitando las ayudas tan necesarias para poder ejecutar obra de tanta trascendencia.
El apoyo al esfuerzo constante y confiado en obtener esa correspondencia se está poniendo de relieve a través de celebraciones y reconocimientos públicos, que vienen a confirmar el valor y la trascendencia del trabajo del equipo, encabezado con el máximo esfuerzo y precisamente, por una mujer.
