Miraban al cielo. Podían reafirmar su tranquilidad. Quienes hace meses (o apenas semanas) empezaron a prepararse para uno de los mayores hitos deportivos de Segovia, no esperaban que la climatología les diera ese respiro. A diferencia de lo ocurrido en ocasiones anteriores, cuando las nubes teñían de gris el cielo, la decimocuarta edición de la Media Maratón se celebró ayer con un sol radiante reinando en el primer escenario de la prueba. Fue precisamente esto lo que contribuyó a que un espíritu deportivo y un ambiente festivo invadieran la ciudad.

No es el único gran evento que acoge Segovia, pero este ostenta el título de ser uno de los más especiales, sobre todo esta vez. Tras tres años en blanco a causa de la pandemia, la ciudad volvió a respirar ilusión en una jornada en la que los nervios también parecían hacerse un hueco. En esta ocasión, no se llevó a cabo el lanzamiento paracaidista de la Bripac en la zona de salida que estaba previsto a las 10:00 horas.

Unos deportistas terminaban de calentar, otros tomaban el último trago de agua y los organizadores ultimaban los más pequeños detalles para el perfecto desarrollo de la prueba. La salva de cañón por artilleros de la Academia de Artillería pilló desprevenido a más de un espectador, pero no a los atletas.

Como es habitual en estos casos, no todos pueden tomarse igual la competición. Una vez que el cañocazo dio comienzo a la carrera, quienes buscaban marca salieron a toda prisa por la avenida Vía Roma, mientras que unos cuantos atletas cruzaron el arco de salida un minuto después.

Al igual que en el resto de ediciones, los menores también tuvieron su espacio y, aunque la presencia de público fue más reducida, no faltaron los aplausos y unos gritos que reconocían su esfuerzo. Sobre las 10:50, algo más de una veintena de chicos y chicas de distintas edades atravesaron la línea de salida desde la plaza del Azoguejo y, tras recorrer aproximadamente un kilómetro, volvieron al Acueducto.

Un grito en cada esquina

Quizá sean las peculiares características de su arco de meta, un Acueducto de más de 2.000 años de historia, o el entorno por el que discurre, lo que hacen de esta una carrera única. A ello se une que, en cada una de las esquinas, se escuchaba un grito de ánimo que daba el aliento que necesitaban los atletas. Y es que correr ‘en casa’ era un aliciente con el que muchos contaban.

Buena parte de esos gritos procedían de aquellos que son una parte clave de este acontecimiento deportivo; las decenas de voluntarios que se convirtieron en el principal sostén de los corredores, no solo por el avituallamiento que les ofrecían, sino por tener la capacidad de “hacer un poco de todo” para que la organización no tuviera fisuras. “Somos una pequeña gran familia, estamos muy orgullosos”, afirmó una de las voluntarias, Inma Gallego, quien participa desde hace diez años en la entrega de dorsales y en la preparación de las bolsas de comida.

Los cientos de segovianos que se repartían por distintos puntos del recorrido, se entremezclaban con amplios grupos de turistas que disfrutaban atónitos del esfuerzo de los cerca de 2.500 participantes. Un año más, la Media Maratón traspasó el deporte y generó un gran impacto turístico que permitió, a buena parte de los corredores y acompañantes, descubrir la ciudad.

La fiesta del atletismo

Que se hable de la ‘fiesta’ del atletismo cuando se alude a la Media Maratón no es casualidad. La ciudad volvió a bailar al son del deporte gracias, en parte, a los DJ y agrupaciones musicales colocadas en distintos tramos de la carrera.

Esto no es todo. Sobre un escenario ubicado en el Azoguejo, dos mujeres realizaron una exhibición de baile a la que se unieron algunos de los acompañantes de los deportistas, a los que los nervios empezaban a pasarles factura mientras esperaban con ansia que ‘su’ atleta llegara a meta. Esto daba también muestra de que ayer fueron muchas las actividades que se podían hacer en Segovia en pro de la salud física (y mental).

A escasos metros, situado a su vez a los pies del Acueducto, se encontraba uno de los grandes atractivos de la jornada; un grupo de siete romanos de distintos puntos de España que forman parte de la asociación ‘Legio VII Claudia Pia Fidelis’, que se dedica a la recreación histórica de la antigua Roma -una legión cantonada a las horillas del Danubio-. “Llevamos años recreando, pero nunca nos piden tantas fotos como en la Media Maratón de Segovia”, aseguró uno de los integrantes, Fernando Marquerie.

Como ya es tradición, al mando del micrófono estaba Isaías Díaz. El periodista se ocupó de dar a los participantes información práctica que les resultara “útil”, consejos para el recorrido y, por supuesto, animarles. “Estoy al servicio de ellos, es la labor fundamental de un locutor”, manifestó.

El incremento de la animación en la meta anunciaba la llegada de los primeros clasificados, con los representantes institucionales listos para proceder a la entrega de premios. Una de las que subió al escenario fue la alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, quien subrayó el “desarrollo impecable” de un acontecimiento “que llena los hoteles y que supone un impulso económico y la generación de empleo” para la ciudad.

De igual forma, el coronel director de la Academia de Artillería, Alejandro Serrano, mostró su alegría por la marcha de la carrera, que evidenció que Segovia va recuperando “su ritmo normal”. La institución no solo participó “con un buen número de corredores”, sino que puso a disposición de la organización “sus medios o incluso la propia pieza que da la salida”, lo que les “llena de orgullo”.

Junto con la carrera Fin de Año y la Marcha de Mujeres, este es uno de los grandes acontecimientos de la ciudad. Tal es así, que fueron muchos los que, tras cruzar la línea de meta, y a pesar del notable cansancio que dejaban entrever sus gestos, volvieron a poner su contador a cero y ya tienen la mirada puesta en la Media Maratón del próximo año.