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Y… ¿cómo sería el día después?

por Ángel González Pieras
13 de marzo de 2022
ANGEL GONZALEZ PIERAS corbata
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Intrascendente celebración

Jacinto Guerrero y ‘El Huésped del Sevillano’ en el Cervantes

Tengo aversión epidérmica al pensamiento único. No solo el impuesto, sino también el que se deriva de la debilidad intelectual –pensamiento débil, vid.: Alain Finkielkraut- de quien no se sujeta al libre intercambio de ideas, a la confrontación con la ortodoxia, al “ansia perpetua de algo mejor” en materia de conocimiento. En esto soy terriblemente iconoclasta. Iconoclasta intelectual. Nada tiene más valor moral en una democracia que la tolerancia entre quienes piensan y se manifiestan de manera distinta, incluso radicalmente diferente.

Hago esta introducción porque me van a permitir en las siguientes líneas que haga pública mi perplejidad no sobre lo que está pasando en Ucrania –quién no siente su espíritu encogido al contemplar ese crimen de lesa humanidad- sino ante lo que está por venir. Y aquí es cuando comienza mi hesitación, preciosa palabra castellana rica en matices y que está en desuso porque no suele utilizarse entre quienes pontifican en los periódicos; y es ahí en donde reside mi iconoclasia intelectual. Me explico.

Mi ánimo se alinea en ocasiones con los iusnaturalistas españoles del siglo XVI y su teoría sobre la justificación del magnicidio. Es decir, legítimo sería cargarse a Putin sin más explicaciones, y santas seas las Pascuas. Como lo hubiera sido quitar de en medio a Hitler, Stalin y otros cuantos detestables dictadores del siglo XX, algunos cercanos a nosotros. Pero en otras ocasiones me gana el afán utilitarista e imagino cómo será el día después de esta carnicería, y de cuál su escenario. Acompáñenme en el razonamiento.

El objetivo del Occidente civilizado ya no solo se detiene en parar la invasión –algo imposible vistas las circunstancias- sino en acabar con Putin y con su régimen dado que cada día se aleja más un alto el fuego. No se atreve a una guerra abierta, sino que dirige sus tiros a la economía –la rusa es poco más que la española- en la pretensión de que los oligarcas y la población se rebelen contra el sátrapa. Pero esos oligarcas –un aggiornamento de la nomenklatura soviética- tienen su futuro ligado a Putin. No solo por cuestiones de interés, sino de sangre. La Alemania de Hitler lo pretendió ahogando a los soviets. Pero la historia explica que el nacionalismo ruso crece ante cualquier ataque foráneo. En todas las clases sociales.

¿Cómo se gestionará el enésimo Estado fallido como sería entonces Rusia?

Vamos más allá. Imaginemos que se consigue arruinar a Rusia y se acaba con Putin. Ucrania recupera su integridad territorial y vuelve a ser uno de los lugares más corruptos del planeta, como lo era antes de este guirigay. ¿Qué pasaría después? Quiero decir, ¿cómo será el año cero? De joven me impresionó la película de Roberto Rossellini ‘Alemania año cero’; de eso se trataba: de empezar de nuevo. Más tarde, la historia ha traído otros ejemplos con los días después de Vietnam, Irak, Libia y Afganistán. ¿Cómo se gestionará el enésimo Estado fallido como sería entonces Rusia? No hay que olvidar que se trataría esta vez de un territorio inmenso y de una potencia nuclear. Y de un país humillado, sin un rublo y con el pálpito latente de la venganza.

Solo quien no ha leído la literatura rusa del XIX es incapaz de entender el grado de sufrimiento del que es susceptible el pueblo ruso, pero también, como se decía, de sus altas dosis de nacionalismo. Si se mezclan ambos en una coctelera política, el resultado asusta. ¿Qué haríamos en ese día después los occidentales, además de pagar la factura? ¿Otro Plan Marshall de incalculable coste y de rédito incierto? ¿La creación de una oligarquía nacional alternativa que pronto volvería por sus fueros y engendraría otro Putin? Eso sí, Ucrania –devastada- formaría parte de la OTAN y de la Unión Europea y recibiría fondos Next Generation por un tubo. También Rusia. Y podríamos volver al Hermitage como europeos civilizados sin peso en la conciencia. ¿Qué diría entonces la aislada China? Convendrán que el plan no es nada halagüeño.

Pero todo planteamiento intelectual tiene que poseer una alternativa. Es cierto, lo admito. ¿Cuál es la alternativa a la victoria total ante Putin, incluidas sus consecuencias posteriores? Lo jodido de este caso es que no vislumbro alternativa. Espero que los líderes europeos la tengan. Los europeos. Recuerden frases como América first o Europa para los europeos. No hay que olvidar la espantada americana de Afganistán hace bien poco.

Embebidos en el happy deal los gerifaltes europeos no han deparado en ella en los últimos años. Ahora el camino atrás es complicado

La real politic es poliédrica. Embebidos en el happy deal los gerifaltes europeos no han deparado en ella en los últimos años. Ahora el camino atrás es complicado. Sirva esta humilde reflexión para escapar del pensamiento único. Aunque reconozco que el razonar en demasía no es que cree monstruos –como decía Goya-, en este caso es peor: acojona.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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