Creció escuchando música clásica. Resulta curioso: esta afición no parece especialmente extendida entre los niños. Con apenas 6 años, Ignacio Prego ya se apuntó a clases de piano. Fue algo natural. Hace hincapié en esto. Aunque no siempre fue así: atravesó épocas, como la adolescencia, en las que la música quedó en un segundo plano. Ahora, el paso del tiempo le hace aproximarse a su niñez. Y a esos recuerdos. Lo que empezó siendo una actividad extraescolar, acabó convirtiéndose en su modo de vida. “La música es lo que humaniza a las personas”, afirma. Es esta la que considera la gran diferencia con los animales: la capacidad de abstracción. El arte es, precisamente, la “máxima expresión” de la abstracción.
Este domingo, realizará el concierto inaugural de la Asociación Musical Farinelli, con sede en La Granja de San Ildefonso. Interpretará al clave obras de Cabezón, Purcell y Scarlatti. La nueva entidad plantea una larga lista de objetivos. Pero, sobre todo, tiene como fin promover el interés general por la música de cualquier época, estilo y compositores. ¿Cómo? Mediante el desarrollo de actividades de carácter cultural. A ello se une el perfeccionamiento técnico y artístico de sus socios con la participación en cursos especializados. Y la organización de conciertos, certámenes, concursos..
Prego vivió en Segovia hasta los 15 años. Se marchó a Madrid por “cuestiones familiares”. Estudió la carrera de piano. Tiempo después, aterrizó en Estados Unidos. Allí residió 11 años y cursó varios másters en piano, música antigua y clavecín. Incluso, en 2014 y 2015, ejerció la docencia en la Universidad de Yale (EE.UU.).
“Es a esto a lo que he dedicado mi vida”, dice. Como si fuese algo sencillo haberlo hecho. Durante varios años, compaginaba el piano clásico y el clavecín. Desde pequeño, Bach se convirtió en su fiel compañero. Lo ha estudiado en profundidad: pronto saldrá su cuarto disco dedicado al compositor. Al principio tocaba el piano. Pero la música barroca había sido compuesta para clave u órgano. “El piano no existía entonces, es una invención muy tardía, del siglo XIX”, cuenta. Se vio en la necesidad de dar sus primeros pasos con el clave. Le “encantó”. Es la magia de tocar la música con el instrumento para el que fue creada. Cobra especial sentido. “Y todo funciona”, asegura.
Prego ha logrado convertirse en uno de los clavecinistas más importantes de su generación. “He trabajado duro para lograr el máximo nivel”, declara. Sigue trabajando. Y lo hará “toda su vida”. Es una carrera continua. “En los tiempos que corren”, está feliz por poder dedicarse a lo que le apasiona. Vivir de la cultura no es sencillo. Aunque “depende” del lugar. Critica que España es “poco agradecida” con sus artistas. Siente que en el extranjero “son tremendamente respetuosos”.
El pasado 24 de febrero debutó al frente de la orquesta sinfónica de Navarra. Ofrece regularmente conciertos en algunos de los festivales y salas más importantes de EE.UU., Canadá, Asia, Sudamérica y Europa. “Es un gusto”, sostiene. Esto le permite acercar su trabajo a diferentes culturas.
Con su música, trata de transmitir autenticidad. No es de esos a los que les “obsesiona” la técnica o la perfección. Esto lo da por hecho. Le gusta conectar con el público: sentir que lo que hace les “llega a lo más profundo de su alma”. La música es una herramienta para comunicar. Sueña con poder hacer proyectos “más grandes”. Y, sobre todo, con seguir llegando con su clave al fondo de las emociones.
