El Papa manifestó ante más de 70.000 adolescentes que “la felicidad no es una aplicación que te puedas descargar del teléfono” y les alertó de los peligros del consumismo en la misa que celebró en la mañana de ayer en la plaza de San Pedro enmarcada en el Jubileo dedicado a los jóvenes de 13 a 16 años. “Vuestra felicidad no tiene precio y no se negocia, no es un ‘app’ que se descarga en el teléfono móvil, ni siquiera la versión más reciente podrá ayudaros a ser libres y grandes en el amor”, clamó Francisco.
Durante el Jubileo de los jóvenes, uno de los eventos más destacados del Año Santo de la Misericordia, el Papa advirtió que el consumismo no llena a las personas de felicidad. “Cualquier cosa, cuando se exprime demasiado, se desgasta, se estropea, después se queda uno decepcionado con el vacío dentro. Si escucháis la voz del Señor, os revelará el secreto de la ternura: interesarse por otra persona, quiere decir respetarla, protegerla, esperarla”, exclamó. “Vuestra felicidad no tiene precio”, agregó el pontífice.
Asimismo, explicó que “el amor” es el documento de identidad del cristiano, es el “único ‘documento’ válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús”. De este modo, ofreció algunos consejos a los miles de adolescentes que se reunieron en la plaza de San Pedro para ser verdaderos discípulos del Señor y les invitó a ser libres y no caer en manos del consumismo. “Ante todo, amar es bello, es el camino para ser felices. Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo”, reconoció ante ellos. “¿Dais gracias al Señor todos los días?”, cuestionó, “aun cuando nos olvidemos, Él se acuerda de hacernos cada día un regalo especial. No es un regalo material para tener entre las manos y usar, sino un don más grande para la vida. Nos regala su amistad fiel, que no la retirará jamás. Además, si tú lo decepcionas y te alejas de él, Jesús sigue amándote y estando contigo, creyendo en ti más de lo que tú crees en ti mismo”, reflexionó.
Sobre el amor, Francisco les dijo que a su edad surge “una manera nueva el deseo de afeccionaros y de recibir afecto”, mientras que les explicó que en “la escuela del Señor” les enseñarán a hacer más “hermosos” también el afecto y la ternura. “Os pondrá en el corazón una intención buena, esa de amar sin poseer, de querer a las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres. En efecto, siempre existe la tentación de contaminar el afecto con la pretensión instintiva de tomar, de ‘poseer’ aquello que me gusta”, subrayó al respecto.
Además, Francisco reflexionó también sobre la libertad y les advirtió de que aunque muchos les dirán que ser libres significa “hacer lo que se quiera”, lo que de verdad es importante es “saber decir no”. Así, añadió a sus palabras que “la libertad no es poder hacer siempre lo que se quiere, esto nos vuelve cerrados, distantes y nos impide ser amigos abiertos y sinceros. No es verdad que cuando estoy bien todo vaya bien”. Por eso, afirmó que la libertad es el don de “poder elegir el bien” y explicó que es libre quien elige “el bien”, quien busca aquello que agrada a Dios, aun cuando sea “fatigoso”. “Pero sólo con decisiones valientes y fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la pena dar la vida”, recordó.
