Afortunadamente. Pero el influjo que nos proyecta la comunidad vecina resulta atronadora. Todos los partidos han echado mano de sus colegas de la ‘villa y corte’ para reforzar la campaña electoral. Los campos y granjas de aquí les han servido de colorido decorado para las visitas. Ahora dejarán de venir unos meses, seguro.
Madrid tampoco es Castilla y León. De hecho, sus respectivos estatutos de autonomía son distintos. Aquí no tendremos que celebrar nuevas elecciones autonómicas hasta dentro de cuatro años, salvo que vuelvan a adelantarse. Madrid, en cambio, las convocará en 2023.
A Fernández Mañueco hay que agradecerle que haya situado a nuestra región en el mapa nacional. Convocar elecciones anticipadas ha permitido que los comicios se separen de las municipales (que se convocan en toda España a la vez), y de otras elecciones autonómicas. Toda España se ha enterado de que Castilla y León sacaba ayer sus urnas. Las noticias son una excelente promoción exterior. De ella vivimos en parte. Bien lo saben nuestros sectores turístico y hostelero. A Tudanca le valoramos su intento de recuperar su mayoría lograda en votos en 2019, con una moción de censura que aunque no prosperó, sirvió de acicate político.
Los gobiernos de coalición no suelen terminar bien. Acaban en divorcio y con adelantos electorale
Tampoco se parecen las dos autonomías en términos políticos. Los resultados de ayer nos llevan a reflexionar sobre el sistema electoral vigente en España. El método D´Hont lo critican todos cuando los resultados no les resultan favorables. Pero nuestros padres de la Constitución que lo aplicaron deberían figurar en el santoral. A diferencia de algunos desajustes con las autonomías, su elección del método de transcripción los votos en escaños no resultó tan descabellado. Otorgar más peso a los grandes partidos en detrimento de los pequeños tiene sus ventajas. Hemos visto que los gobiernos de coalición no suelen terminar bien. Acaban en divorcio y con adelantos electorales. Quizá eso resulte mejor que estar bajo el yugo de un socio con enemistad creciente. Díaz Ayuso presumió de haber sacado a Pablo Iglesias de La Moncloa. Desde entonces Sánchez duerme más tranquilo, aunque en su alcoba continúan independentistas y nacionalistas radicales.
Hace tiempo que se convirtió en dogma la idea de que había llegado el ciclo de las minorías, el final del bipartidismo y que todo gobierno iba a tener que depender de pactos. La experiencia dice que las mayorías absolutas tienen la ventaja de la estabilidad y agilidad de gestión. Benditas mayorías; al menos mientras los grandes partidos sean incapaces de ponerse de acuerdo en asuntos claves para los españoles; y también cuando son incapaces de reaccionar a los chantajes de los minoritarios.
Y ¿qué vamos en decir desde provincias pequeñas como la nuestra?, donde un voto segoviano tiene un peso tres veces mayor que uno madrileño. Eso también hay que reconocerlo desde nuestras provincias despobladas. Es de justicia que el factor territorio se tenga en cuenta. Otra cosa es que nuestros representantes lo valoren más allá de su nombramiento.
Ojalá Segovia deje de ser el extrarradio de Valladolid y el comedor de Madrid
Ojalá Segovia deje de ser el extrarradio de Valladolid y el comedor de Madrid; y se convierta en la fachada y el pasillo que deben cruzar todos para ir de una capital de comunidad a otra.
