Cualquier esperanza para derrotar al Barça parte de un partido perfecto. Y puede que ni eso sirva. El Viveros Herol Nava arrancó lejos de la perfección, con una sangría de pérdidas homologable a la de las derrotas ante Ademar y Cangas. N’Guessan abrió el marcador con un golazo, calentando el brazo, pero tres de los cuatro primeros tantos azulgranas llegaron desde seis metros, sin oposición alguna. Así las cosas, N’Guessan se zafaba de los tres centrales segovianos y ponía el 1-5 en apenas seis minutos. No, el Barça tampoco iba a caer en esta ocasión. Los segovianos pasaron anoche visita al dentista perdieron el partido imposible.
Fiel a su escuela, el Barça acelera y busca la vía más directa a la portería. Poco le importa a Carlos Ortega conceder transiciones porque su suministro ofensivo es infinito. Recortó distancias el Nava con un par de transiciones culminadas por Vujovic y Villagrán. El montenegrino, muy valiente, acortó el marcador a dos goles tras rebotar el larguero navero un misil de Dika Mem (5-7).
El joven Smetanka, cuya titularidad en una noche así ilustra la confianza que ha depositado en él Zupo Equisoain, tampoco se arrugó. Compartió línea de centrales con Rodrigo Pérez Arce, que tenía la dantesca tarea de contener a Cindric, Rosales y Villagrán. La herida estaba contenida, pero Ali Zein y Ben Ali entraron en calor y forzaron el primer tiempo muerto local al filo del cuarto de hora (6-12).
Empezó entonces la exhibición de Gonzalo Pérez de Vargas, una lección de hasta qué punto un portero puede condicionar todo lo que ocurre en una pista de balonmano. Tras un comienzo algo frío, el internacional chafó a todas las armas ofensivas de los segovianos. Empezó tapando la visión a Smetanka, que botó demasiado pronto y su balón no encontró portería. Siguió Rodrigo, que se plantó feliz en seis metros tras continuar con mérito una jugada rota solo para marcharse con las manos vacías. El siguiente bofetón se lo llevó Óscar Marugán, asistido por un genial pase de fútbol americano de Haris Pleh. Segundos después, le tocó a Paco Bernabéu. Todos ellos salieron de seis metros como un paciente al que ha hecho polvo el dentista.
El mérito del Nava es que no bajó los brazos y siguió confiando en su plan. Pleh, que apenas desvió dos balones en los primeros 20 minutos, seguía brillando con sus pases largos. Encadenó una parada a Richardson con una asistencia poderosa a Bernabéu, que encontró portería y forzó un tiempo muerto visitante (8-13). Fue un enfado de entrenador, sin consecuencias. Pablo Urdangarín, que completó convocatoria, ya estaba en pista. Y la ventaja subía por inercia sin que la defensa navera, sin demasiada agresividad más allá de las dos exclusiones que vio Tsanaxidis en apenas 22 minutos, no podía frenar el tornado blaugrana.
En esas, Pérez de Vargas amplió sus recursos. Desde su atalaya, observa cada detalle, desde reprochar al colegiado que levantara a sus compañeros el brazo por lo que interpretaba como un pasivo precipitado, a entender lo que intentaba Pleh con los pases largos. Tras leer la estrategia, salió casi a media pista a interceptar uno de esos envíos y decantar la transición culé, materializada por Ali Fein en seis metros. Instantes después, detenía un tiro escorado de Bernabéu, recogía el balón y castigaba la meta vacía navera con un lanzamiento desde 35 metros que tocó la red sin botar. Los datos: un 48% de paradas (15 de 31). Otro nivel.
Al descanso, el Barça tenía los puntos asegurados (12-21). El marcador siguió creciendo por inercia mientras Smetanka aprovechaba su minutaje ante Leo Maciel en portería, todo un consuelo. Mejoró sus datos ofensivos el Nava, pero con ese número de goles es difícil puntuar. Con todo, el público disfrutó de la fiesta, la del dictador del balonmano español, con los suyos en pista. Con Germán Ajo marcando el último penalti. El pueblo de 3.000 habitantes no olvida que cada día en la élite es un premio.
