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Cosas que pasaron, que no debieran pasar, y seguirán pasando

por José María Martín Sánchez
11 de febrero de 2022
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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CARA Y CRUZ EN EL DEPORTE SEGOVIANO

Salvemos nuestro patrimonio en riesgo de ruina

Intrascendente celebración

Pobre (pobreza): situación en la cual no es posibºle satisfacer las necesidades físicas y psicológicas básicas de una persona, por falta de recursos para ‘disfrutar’ de la alimentación, vivienda, educación, asistencia sanitaria, agua potable, electricidad…
(‘Exclusión y desarrollo’. Ver informe Foessa, diciembre 2021)

Rico (riqueza): persona, acaudalado, millonario, hacendado, potentado o adinerado. En la Encuesta de Riqueza Moderna 2021 de una empresa estadounidense de servicios financieros, tener un patrimonio neto, como mínimo, de 1.9 millones de dólares es lo que convierte a una persona en ‘rica’.
(‘Los más ricos aumentan su fortuna’. Ver Lista Forbes, 2021)

¿Pueden servir ambas definiciones? Si así no fuere y parafraseando a Groucho Marx ‘estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros’ (1).

A lo que te voy. Leyendo las páginas del semanario ‘El Carpetano’ (febrero 1897), encontré un relato referido a la ‘concentración’ de pobres de la parroquia de El Salvador que realizó el señor Marqués del Arco en su casoplón el día de las Candelas, siguiendo una tradicional costumbre iniciada por su familiar María Álvarez. Objeto concreto, repartir entre el ‘colectivo pobre’ 418 panes de ‘a dos libras y media cada uno’ (alrededor de 750 gramos).

Para realizar la información del ‘evento’, el periódico envió al redactor Silverio de Ochoa (2), y he pensado —cosas que me pasan alguna vez—, que podría interesar al lector, (siglo y cuarto después), la forma de escribir/describir, un acto ‘complejo’. Más que nada por los ‘escalones’.

De aquí ‘pa bajo’ el relato, una parte del mismo, corresponde al redactor.

‘En el antiguo salón de la casa adornado con buenos cuadros entre los que descollaba una hermosa copia de gran tamaño de la Concepción de Murillo, en el centro del salón, amueblado según el gusto barroco, colocáronse formando un triángulo, las pilas de panes, sobre una blanca tela que cubría la alfombra. Al lado, una mesa cubierta con rico tapete, la cual sostenía un precioso Cristo. En el descrito lugar se sentó el Obispo (3), invitado a presidir la caritativa fiesta, junto con otros muchos invitados.

Abajo, en el artístico patio de la casa, se apretaban, produciendo sorda greguería, cientos de desheredados de la fortuna, dominando las mujeres y los niños, aquellas envueltas en descoloridos y remendados pañuelos, agitando sus manos y rostros enflaquecidos; y los chiquillos de ambos sexos, con sus cuerpecillos lacios, desarrollados entre escaseces y frío.

El cura de El Salvador, Luis Díaz, ayudado por servidores de la Casa, pudo con grandes trabajos, organizar la entrega de las limosnas, las cuales así como los nombres de los que con ellas iban a ser favorecidos, figuraban en largas listas.

Dio comienzo luego, la hermosa fiesta de la caridad, de la cual conservaremos imperecedero recuerdo.

Llamando por sus nombres iban entrando uno a uno los pobres en el salón; el Sr. Marqués (4) e individuos de su familia entregaban los panes que cogían de las pilas del centro del local. Después, aquellos pobres seres, dando gracias o pronunciando un ‘Dios se lo pague’ que salía del fondo de su alma, postrándose y santiguándose algunos ante el bello Cristo de marfil, acudiendo todos a besar el anillo del Sr. Obispo, que paternalmente les bendecía.

En aquel desfile de míseras gentes, engalanadas con sus mejores trapos, vimos ancianos achacosos arrastrando sus piernas, sin duda con la misma angustia con la que arrastraban su vida; viejecillas atosigadas con asomos de mohosos rubores, estampando en sus bocas sumidas sonrisas que hacían llorar; niños y niñas aturdidos, con los ojos muy abiertos mirando asombrados en su derredor, apretando entre sus brazuelos flacuchos, el pan, el llorado pan, exigido muchos días, seguro, con los gritos rabiosos del hambre que desgarra sus entrañas.

Finalmente, el Sr. Marqués hizo servir sabrosos bizcochos, dulces y vinos generosos’.
Era martes 2 de febrero.

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(1) Frase aparecida en un periódico de Nueva Zelanda en 1873, en la forma: “estos son mis principios, pero si no les gustan, yo los cambio”.
(2) Silverio de Ochoa y Ferreiro. Fue redactor de La Tempestad, El Carpetano y Diario de Avisos, escribió también en Nuevo Mundo, La Correspondencia de España… Falleció en 1905.
(3) José Proceso Pozuelo Herrero.
(4) Joaquín de Isla-Fernández y Pantoja, IX en la escala de sucesión. Alcalde de Segovia en 1867. ‘Persona muy caritativa que frecuentemente repartía dinero y bonos a las clases menesterosas’ (Mariano Sáez).

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