En una temporada repleta de dificultades, la Gimnástica Segoviana encontró en la tarde de ayer varios motivos para sonreír. La presentación de sus equipos de cantera llenó de camisetas azulgranas el césped del estadio de La Albuera, y de padres y familiares la grada, dando color a un campo demasiado vacío esta temporada, y propiciando un ambiente de fútbol idóneo para el encuentro ante la Arandina, que tradicionalmente ofrece sensaciones fuertes.
Y la de ayer no fue una sensación fuerte, sino un subidón de autoestima para la causa gimnástica, porque las cerca de 600 personas que se dieron cita en La Albuera tuvieron la oportunidad de presenciar el mejor encuentro de la temporada, con una Segoviana poniendo mucho fútbol, y una Arandina que, a salvo de juego, puso sobre el césped una pegada digna de un peso pesado. Tres puñetazos en forma de goles descargó el conjunto ribereño sobre el mentón del equipo azulgrana, que tiró de orgullo, se negó a arrojar la toalla, le dio la vuelta al partido, y estuvo a punto de vencer por K.O. a un oponente superado por un vendaval en la última media hora de partido.
Desde el primer minuto de juego, los planteamientos tanto de Santi Sedano como de Pepe Calvo estuvieron muy claros. Los de casa querían crecer desde la posesión de la pelota, mientras que los visitantes apostaban por el orden y el trabajo defensivo, buscando rápidamente la apertura a las bandas , donde Rubén Royo y Dani Martínez buscaban las cosquillas a James y Rubén. La igualdad se hizo patente en los primeros compases, y a un primer remate de Dani Calleja que pasó Alex, le siguió otro de Durántez que corrió la misma suerte en las manos de Iván. Si Dani Calleja le robaba la cartera a Félix Sancha y lanzaba al lateral de la red a tres metros de la portería tras remontar la línea de fondo, al poco Rubén Royo centraba con mucho peligro para que el balón se paseara por el área pequeña sin encontrar rematador.
Paulatinamente la Segoviana fue haciéndose con el control del balón, y acercándose más a la meta de Alex, que se encontró con el apoyo de su defensa a la hora de despejar un remate cercano de Javi tras gran asistencia de Asier, y poco después envió a córner un lanzamiento del extremo gimnástico después de una gran jugada colectiva.
Y precisamente de ese lanzamiento de esquina llegó el 0-1, con el minuto 43 cumplido, tras un afortunado contragolpe ribereño, en el que James se resbaló, Manu no acertó a despejar, y Rubén Royo se fue como una bala a batir la portería de Iván con su remate cruzado.
Era de lo más normal que la Segoviana acusara el golpe del 0-1, porque había hecho demasiadas cosas bien como para que fuera perdiendo el partido por un error propio. La Arandina vio la oportunidad, y aprovechándose de un árbitro pusilánime (salvo para echar al segundo entrenador de la Segoviana gracias a un asistente con ansias de protagonismo), montó una contra tras una falta no señalada sobre Dani Arribas. Rubén Royo puso la calidad en su remate, y llegó el 0-2. El 0-3 lo puso David Marcos al transformar un claro penalti de Alex sobre Gustavo. Como el colegiado tenía mala conciencia de la acción que supuso el segundo tanto ribereño, no expulsó al central azulgrana.
Y ese hecho, que parecía carecer de importancia con una diferencia tan clara a favor del equipo visitante, acabó teniendo su peso en el encuentro, junto con dos decisiones técnicas, la de Santi Sedano dando entrada a Íker y Roberto por James y Dani Arribas, y la de Pepe Calvo sacando a Durántez del campo. Porque con estas decisiones la Segoviana se desmelenó de manera brutal, con Calleja, Javi, Íker y Asier metiendo en un tremendo lío a la defensa de la Arandina, y el conjunto visitante se vio cada vez más descompuesto, confiado en una ventaja que con el paso de los minutos se fue haciendo cada vez más exigua, hasta quedar reducida a la nada.
Dani Calleja dio el primer aviso con un remate cruzado en exceso, y Javi dio el segundo rematando de chilena un saque de esquina que Alex despejó como pudo. Y ahí se acabaron los avisos, porque la Segoviana (¡por fin!) tuvo la suerte de cara en un remate de Manu que tropezó en Roberto para terminar despistando al portero visitante; la grada vio claro que, con un poquito más de suerte, el milagro podría llegar, porque fútbol precisamente no estaba faltando en el bando azulgrana.
El desparpajo de Íker y Javi, la profundidad de Asier, la calidad de Calleja y el derroche físico de Manu y Ricardo, desarbolaba a una Arandina cada vez más desdibujada, que no quería el balón, (en realidad no lo quiso durante todo el partido), y que vio cómo en cinco minutos encajaba dos goles más, el primero tras una falta botada por Asier que se coló entre un bosque de piernas, y el segundo después de una jugada extraordinaria de Íker dentro del área, que le dio la opción a Asier de empalmar el 3-3 ante el delirio de una afición que estuvo al borde del infarto cuando, con los de casa buscando el cuarto, una contra visitante dejó a Antonio solo ante Iván. Pero su remate se marchó fuera, y el reparto de puntos fue el justo premio a un gran partido de fútbol.
