¿Qué harían si cada mañana les recibiera un reguero de pis a la puerta de su casa? Fregarlo, qué remedio. Una vecina que vive en los aledaños de la iglesia de San Martín tiene preparada su fregona del pis porque, claro, ese tejido no puede recorrer después la alfombra del salón. Esta mujer es suscriptora de este periódico y el departamento de distribución tuvo que resolver un problema habitual en el fin de semana: su ejemplar aparecía cubierto de orina día tras día. Su llave no era tan fácil de copiar para que alguien superara la frontera de su entrada, así que la alternativa fue que lo recogiera en el quiosco más cercano. Con todo, hay días no festivos –pongamos un martes– que su periódico llega meado. También el granito de su entrada y su puerta de madera, que debe barnizar con frecuencia para curarla de la maldición del pis.
Esta vecina pide “cortarlo por lo sano”. Tras más de 10 años haciendo escritos al respecto, lamenta que “no hay manera de conseguirlo”. Pide a la policía una labor más sabuesa. “Lo que no se puede hacer es estar patrullando en coche y las luces azules porque así no van a pillar a nadie. Lo que procede es que patrullen a pie. Y si hace falta, de paisano. Estas cosas, si multasen como tienen que multar, se corregían sí o sí”. Pide extender la sanción por orinar en entornos monumentales (750 euros) a toda la ciudad.
Habla de un sálvese quien pueda. “La sociedad segoviana está mirando para otro lado, se ha acostumbrado a ver la suciedad de manera habitual”. Habla alguien que tenía en la puerta unos carteles que invitaban a orinar en la alcantarilla o en el bar; en español y en inglés. Harta de las fotos de los turistas, los quitó. El párroco de San Martín, con sus más de 80 años a cuestas, jarrea con un cubo de agua las meadas que se encuentra por las mañanas. De ahí que pida una actuación decidida de la asociación vecinal. “Un vecino no hace nada, hay que empapelar el barrio para que el Ayuntamiento se vea forzado a actuar. Es que no se puede permitir esto en una ciudad Patrimonio de la Humanidad. La pared de la biblioteca (actual Casa de la Lectura) parece el muro de las lamentaciones pero con meadores”.
El presidente de Avras (Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado de Segovia), Pedro Montarelo, pide que la policía “actúe contundentemente” un método que “funcionó” tiempo atrás. Ahora observa un auge de estas meadas, con situaciones como un portal habitualmente abierto que sirve de acceso a varias viviendas y de refugio ideal para orinar en la intimidad. Habla de rincones próximos a las viviendas y de calles muy estrechas, aprovechando la escasa probabilidad de ser cazados. “Curiosamente, lo hacen cerca de los propios establecimientos donde consumen”.
Montarelo pide una actitud disuasoria. “Si la policía se da una vueltecita, durante un tiempo prudencial, seguro que desaparece esta práctica. Es una ciudad muy pequeña; en cuanto se sepa que han sancionado a dos o tres, los que lo hacen se van a cuidar de hacerlo. Si dejas un coche mal aparcado, solo se soluciona cuando la policía lo denuncia”. De ahí que la respuesta vaya en esa línea. “Cuando hemos llamado la atención a quien lo hace, las reacciones no son nada agradables”.
Avras añade a la reivindicación las meadas caninas. “Se está convirtiendo en un verdadero problema de salud pública. Los dueños recogen las cacas, pero dejan que suelten el pis. Y es una conducta que se puede educar; no es inevitable que los perros meen por los rincones.
La ciudad tramitó 40 denuncias por orinar en la calle en 2021
