Una inmensa explanada de tierra y, al fondo, un austero pero gigante escenario es que lo que espera a los peregrinos que a lo largo del día de hoy irán llegando al aeródromo de Cuatro Vientos. Aunque hasta más allá de las ocho de la tarde no está prevista la aparición del Papa, los jóvenes le esperarán prácticamente desde las últimas horas de la mañana.
Según cálculos de la organización, casi un millón de personas acudirá a la Vigilia con Benedicto XVI, y cerca de la mitad pasarán la noche de acampada allí esperando a la Eucaristía que se celebrará el domingo.
Para llegar al aérodromo, las autoridades recomiendan a los jóvenes que acudan con tiempo y utilizando el transporte público. Otra alternativa que también se sugiere desde los estamentos públicos es el camino a pie que, desde la céntrica Puerta del Sol, tiene una duración de dos horas.
Para aliviar la espera, la organización ha preparado distintas actividades que comenzarán a las cuatro de la tarde. Testimonios de jóvenes, momentos de oración y actuaciones musicales servirán para preparar a los peregrinos de cara al acto final.
La Vigilia de oración propiamente dicha constará de tres partes. La primera de ellas es una procesión con la Cruz de los Jóvenes, portada por jóvenes de los cinco continentes, y un saludo al Papa y a los fieles de parte de dos peregrinos. La Palabra de Dios constituye el núcleo de la segunda parte. El Obispo de Roma responderá a varias preguntas de los jóvenes y se proclamará el Evangelio.
Tras el discurso del Santo Padre, comenzará la última parte de la Vigilia: la exposición y bendición solemne con el Santísimo Sacramento, que se expondrá en la monumental custodia de la catedral de Toledo. Al final de la Adoración, el Pontífice consagrará a los jóvenes participantes al Sagrado Corazón de Jesús.
El 3 de mayo de 2003, Juan Pablo II congregó en Cuatro Vientos a más de 800.000 jóvenes. Durante horas, los participantes en aquel encuentro aguantaron las altas temperaturas que aquellos días de primavera se registraron en la capital.
Sin embargo, el ambiente, como seguro que ocurre esta noche, era inmejorable. Camaradería, alegría, compañerismo y sobre todo, una profunda fe en Cristo eran las sensaciones que se respiraban en aquel ambiente festivo.
El Papa de los jóvenes, como se denominó al predecesor de Benedicto XVI, retó a los muchachos a «ser testigos de Cristo en el mundo», un mensaje muy similar al que dio el actual Pontífice en su llegada a Madrid el pasado jueves.
Un testimonio que se quedó grabado en el corazón de todos aquellos que pasaron calor, sed e incomodidad aquella tarde en Cuatro Vientos, pero que esta noche repetirán experiencia convencidos de su fe y su creencias.
Además del escenario elegido para el encuentro, el aeródromo, y del fondo del mensaje que pide a los jóvenes que difundan su amor por Cristo, ambas visitas tendrán otra cosa en común, más anecdótica, pero que emocionará a muchos peregrinos: una canción.
Y es que cuando Juan Pablo II visitó Sevilla en 1993, para despedir al Santo Padre se entonó aquella mítica Sevillana del Adiós que pide al amigo que no se vaya. También en Cuatro Vientos se repitió esa despedida al Santo Padre. Y esta noche, el coro gaditano de la Virgen del Carmen, volverá a cantarle al Papa que «hasta la guitarra llora, cuando dice adiós».