Cada vez resulta más difícil realizar un balance socio-político anual, algo objetivo, porque hemos polarizado tanto las opiniones, que se encuentran totalmente definidas por nuestras creencias, que a su vez surgen de la propia cultura, y por una más que preocupante falta de contraste en la información que recibimos.
Así es que, en el comienzo de un nuevo año tal vez sea mejor mirar al futuro; retroceder al pasado sólo para tomar aliento. Y es que tenemos que perder el miedo al optimismo; acabar con el duelo que representa contemplar pasivamente el paso del tiempo por nuestra villa sin que las actuaciones políticas y sociales contribuyan, de una manera decidida, a una recuperación económica, pero también social. Ese impulso, que podemos tomar agarrándonos al pasado, debe servirnos para determinar el lugar que queremos ocupar como población referente de comarca.
Nuestras calles necesitan, cierto es que los tiempos son diferentes, recuperar la vida que tuvieron. No se trata de sobrevivir, sino de vivir. Tampoco de esperar tiempos mejores y tal vez si de crearlos. La tarea es complicada, evidentemente, pero no imposible. Además, en un proceso probablemente lento, el proyecto no es sólo cuestión de una implementación de políticas dinámicas, sino también de implicación social.
