La residencia de mayores El Alamillo de Cuéllar registra un brote de 14 usuarios positivos en su interior, como ha corroborado su directora, Rosario Díez. Fue a comienzos de semana cuando se realizaron test y salió el primer positivo, de lo que se dedujo que ante la situación se debían realizar pruebas de antígenos. Los trabajadores también se sometieron a la prueba como determina la Gerencia, que ha estipulado estas pasadas navidades una prueba cada siete días. De esta prueba de antígenos a usuarios, algunos ya con los primeros síntomas, se detectaron un total de 10 positivos que se sumaban al primero de ellos; al día siguiente se registraron otros dos, y ayer viernes, el último positivo.
En total se suman 14 positivos entre los usuarios y cuatro trabajadores que ya se están reincorporando a sus puestos tras pasar la cuarentena pertinente. “Irán saliendo más”, explica Díez, que reconoce que la mayoría de ellos están pasando la enfermedad de manera leve, con fiebre o tos, y algunos asintomáticos; “no hay ninguno en cama”, explicó aclarando la situación.
La residencia está actuando como ya sabe en estos casos tras casi dos años de pandemia: se ha reservado una zona covid en la que se aísla a los positivos, y se siguen los protocolos marcados para esa zona. No obstante, “los aislamientos no son los de la primera ola”, reconoce la directora, que asevera que aunque existe mucha cautela y precaución, los usuarios positivos pueden salir de sus habitaciones y compartir tiempo en una sala.
En el resto de la residencia los protocolos son menos restrictivos, se continúa con las actividades, pero sí se han tomado algunas medidas de nuevo, como establecer dos turnos en el comedor o aumentar la distancia en actividades grupales.
Para los trabajadores de la residencia el esfuerzo sigue siendo enorme a la hora de atender a todos con las medidas de precaución al máximo. “Al menos tenemos el alivio de que ellos están bien, hay menor preocupación y angustia”, reconoce la directora, que asegura que aunque los esfuerzos ante algunas bajas se tienen que redoblar, merece la pena porque los ancianos se encuentran bien. Afrontan así un brote que nada tiene que ver con los de la primera ola, y mantienen toda la seguridad para sus residentes, a la espera de superar este pico de contagios.
