Es pública mi desafección por el fútbol sala desde hace tiempo. Es un deporte que ya no me divierte. Ni jugarlo, ni verlo. Y aunque parezca un contrasentido que, dada mi apostasía por el futsal, les recomiende un libro sobre este deporte, les invito a que adquieran – y lean – el trabajo de César Arcones: ‘Paso de valla’.
Obviemos en primer lugar que César es amigo y que por lo tanto mi juicio viene con sesgo de serie, y centrémonos en el meollo del magníficamente bien documentado compendio de 45 guardametas que han defendido, y lo siguen haciendo en algunos casos, porterías en equipos de la élite mundial de su especialidad.
Leer ‘Paso de valla’ es regresar al pabellón de los HH Maristas y ver calentar como dos salvajes a Alfonso de los Santos y David Soto
Amén de los tecnicismos que escapan al común de los mortales – nunca he sabido distinguir entre despeje y rechace – leer ‘Paso de valla’ es regresar al pabellón de los HH Maristas y ver calentar como dos salvajes a Alfonso de los Santos y David Soto, es disfrutar de las paradas imposibles de Luis Amado, Jesús Herrero o Cidao y también es ‘sufrir’ a Jesús Clavería, Toni Lodeiro o Paco Sedano, todos ellos en ‘La Catedral’ del Pedro Delgado.
Los porteros son como los copilotos: tienen mala prensa. Por si no fuera suficiente tratar con alimañas del talento de Paulo Roberto, Lenisio o Daniel, han de estar pendientes del vaivén de reglas que ahora los convierte en un jugador de campo más, que encima tiene que parar. Y luego que si están locos.
Los protagonistas de ‘Paso de valla‘ recuerdan al fútbol sala en el que primaba el talento en vez de la táctica. Es curioso, pero la mayor parte de ellos cuestionan algunas de las reglas más trascendentes del juego moderno. Por algo será.
