Con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América se produjo un gran debate histórico, la valoración de lo sucedido el 12 de octubre de 1492, el significado del encuentro con las civilizaciones y culturas precolombinas. Un encuentro que actualmente es objeto de revisión y ahora percibimos las noticias procedentes de los países iberoamericanos poniendo en tela de juicio la colonización española del continente americano.
Una colonización donde intervinieron ilustres segovianos como Pedro Arias Dávila, ligado al descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico) por parte de Vasco Núñez de Balboa y de la fundación de las ciudades de León y Granada, en Nicaragua, de la mano de Francisco Hernández de Córdoba.
Pedro Arias Dávila nació en Segovia en 1440. Su abuelo, Diego Arias Dávila ejerció el cargo de Contador Mayor de Hacienda del rey Enrique IV, mientras que sus padres fueron Pedro Arias Dávila (El Valiente, 1430-1476) y María Ortiz de Cota. Su tío paterno, Juan Arias Dávila (1436-1497) después de estudiar Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca ascendió en la jerarquía eclesiástico y en 1460 fue nombrado Obispo de Segovia. Un pionero de las Escuelas Catedralicias que en 1466 fundó en Segovia un Estudio Mayor con las cátedras de gramática, lógica y filosofía moral, e introdujo en 1469 la primera imprenta en España, que funcionó en Segovia al cuidado del impresor Juan Parix Heilderberg, cuyo primer libro fue el Sinodal de Aguilafuente.
Entre 1482 y 1492, nuestro personaje Pedro Arias Dávila actuó en la Guerra de Granada y entre 1509 y 1510 en la campaña bélica de Orán y la toma de Bugía en África participando en la captura del Alcázar, lo que le valió el reconocimiento de la Reina Juana en 1512. Con anterioridad a estos hechos, el Cuarto Viaje de Cristóbal Colón a las Indias determinó el descubrimiento de Tierra Firme, al mismo tiempo que seguidamente el 27 de julio de 1513 el rey Fernando el Católico nombró a Pedro Arias Dávila capitán general y gobernador de Castilla del Oro, lo que se conocía entonces como Tierra Firme.
El 25 de septiembre de 1513 Vasco Núñez de Balboa divisó el Océano Pacífico, de manera que posteriormente el 11 de abril de 1514, Pedro Arias Dávila partía con una escuadra desde Sanlúcar de Barrameda, no sin antes firmar testamento donde reconocía ser titular de bienes en Bernuy de Palacios, Cristobalejos, Juarros de Voltoya, Chinchón, Buenaventura, Olmedo, Alcazarén y Mojados.
Las Leyes de Burgos fueron la respuesta de la Corona ante las denuncias de abuso en esa colonización, unas leyes rubricadas por Fernando el Católico el 27 de diciembre de 1512, y donde los indios eran considerados seres libres con derecho a la propiedad de casas y haciendas, Pedro Arias Dávila arribó a Santa María de la Antigua el 30 de agosto de 1514, acompañado de sus esposa Isabel de Bobadilla y Peñalosa, como Gobernador de Castilla de Oro. Un cargo que se prorrogó el 17 de septiembre de 1519, en un momento en que se buscaba un estrecho entre el Mar del Norte y el Mar del Sur, al mismo tiempo que el 22 de septiembre de 1523 Pedro Arias Dávila formó una compañía para la conquista de Nicaragua. Pedro Arias Dávila también ordenó que una armada comandada por Francisco Hernández de Córdoba partiera de Panamá en busca del citado estrecho, entre cuyos capitanes se encontraba el segoviano Gabriel de Rojas, nacido hacia 1480 en Cuéllar, hijo de Gómez de Rojas y María Torres-Córdoba, participando en las acciones de conquista en Nicaragua y Honduras, y uniéndose a la conquista del Perú, donde moriría en Catamarca en 1549, víctima de un flechazo envenado.
Por último, Pedro Arias Dávila el 11 de abril de 1528 llegó a Nicaragua y tomó posesión como Gobernador de Nicaragua por decisión de Carlos V del día 16 de marzo de 1527, falleciendo el 6 de marzo de 1531 y siendo sepultado en la ciudad de León Viejo, debajo de la capilla Mayor del Templo del Convento de Nuestra Señora de la Merced, después de una amplia trayectoria política y militar.
Unos personajes históricos que participaron en el encuentro de dos mundos. La profesora Mena García ha llamado a Panamá, “la llave del Nuevo Mundo”, y ha descrito la ruta Nombre de Dios-Portobello-Panamá como una especie de “cordón umbilical” entre la Península Ibérica y las colonias en expansión del Pacífico. Por tanto, Castilla del Oro habría sido la clave en la conquista de Nicaragua, Perú y México. El descubrimiento y la conquista de América produjeron en definitiva una revolución mundial en el orden político y en la economía, dando lugar al nacimiento de la Edad Moderna por sus consecuencias. España logró integrar sus posesiones ultramarinas a su misma civilización: la occidental y cristiana. América iba a recibir el bagaje de la tradición judeo-cristiana, de la greco-latina y de la germánica. La dignidad de la persona humana, los sistemas políticos respetuosos de sus derechos, la visión trascendente de la vida humana cobraban carta de ciudadanía en el nuevo mundo. No obstante, para conseguir estos avances quedaron atrás culturas enteras, costumbres arraigadas, fue el precio que hubo de pagar, aunque hubiera sido preferido que se hubiera producido una historia pacífica, en donde el entendimiento y la confianza mutua hubieran primado sobre un cierto estruendo, como señala Mariano Facio en su obra “La América Ingenua”. Un balance positivo, aunque la situación de la América Hispana en la actualidad sea un tanto complicada. Sin embargo, América sigue siendo el continente de la esperanza, con veinte repúblicas hermanas, pobladas de jóvenes que deben augurar un futuro digno para cada persona.