Seis jornadas ha tenido que esperar el conjunto azulgrana para cosechar su primera victoria de la temporada. Lo hizo ayer en el feudo del Atlético Tordesillas, un equipo que, como el gimnástico, no ha tenido un buen arranque de curso –un solo triunfo por cinco derrotas-. Bastó un gol de Anel, que llegó mediada la primera parte, para que los de Paco Maroto se hicieran con los tres puntos. Víctor Pérez botó una falta lejana desde el costado izquierdo y en el punto de penalti Anel cabeceó el balón al fondo de las mallas.
El encuentro estuvo marcado por las condiciones climatológicas. Hizo un domingo de perros en Tordesillas. El viento, a favor, ayudó a los gimnásticos en la primera parte, pero en la segunda a punto estuvo de jugarles una mala jugada en acciones, casi todas aisladas, que se envenenaron a causa del aire. La lluvia, que cayó de manera torrencial, también hizo acto de presencia por si fuera poco en la recta final del partido.
Con estos factores, la primera parte fue un querer y no poder de ambos conjuntos, que se empeñaron en jugar el balón por arriba y no consiguieron nada. Ayer, sin embargo, la puesta en escena de la Segoviana fue mucho mejor que la de otros días. Se esperaba el Tordesillas una salida en tromba del cuadro azulgrana, pero nada más lejos de la realidad. Esta vez sí templaron sus nervios los discípulos de Paco Maroto, y esperaron con paciencia a que su oportunidad llegara intentando dar un buen trato al balón en el centro del campo y no regalando la posesión para evitar así las contras ante la meta de un David Durán que prácticamente fue un mero espectador del partido durante el primer período.
Esa paciencia de los visitantes tuvo su premio en el minuto 22 cuando Víctor Pérez lanzó una falta desde el costado izquierdo, que quizá en otro partido sin el condicionante del viento se habría sacado en corto, pero que aprovechando el aire se botó en largo, y Anel, en el punto de penalti, conectó un precioso cabezazo girando la cabeza para cruzar el balón, que quedó alojado en el fondo de las mallas haciendo inútil la estirada del meta local Baraja.
Antes el Tordesillas había gozado de una buena opción para adelantarse en el marcador; la única que tuvo en toda la primera parte: un centro raso desde la izquierda de Pirri que Abraham no llegó a rematar porque no le puso más empeño.
Poco más tarde, Otero caía lesionado y su puesto lo ocupaba Fran Dorado, que demostró no estar aún plenamente recuperado de la lesión que se produjo por la entrada de un contrario en el partido ante el Aguilar, pero que supo abrir el campo cuando la ocasión lo requirió, además de esforzarse junto con sus compañeros en la tarea de destrucción del juego contrario.
Desde el gol azulgrana hasta el descanso la Segoviana se dedicó a contemporizar y esto provocó que los locales apenas tuvieran oportunidad de tocar el balón, amargados en gran medida por el fuerte viento que les impedía trenzar jugadas con precisión, ya que cualquier envío con un poco de fuerza que tomara un par de metros de altura de veía irremediablemente frenado por el vendaval.
El paso por vestuarios sentó bien a los de Paco Maroto, que en la reanudación supieron llevar el partido a su terreno y dormirlo, pero no como en jornadas anteriores regalando la pelota, sino tocando y tocando el esférico en la zona ancha del campo con cabeza. El Tordesillas le puso corazón, pero apenas consiguió acercarse a las inmediaciones del área de Durán, que salvando un par de salidas en las que permaneció siempre atento, no tuvo mayores complicaciones. La zaga azulgrana, con Pablo Morales y Alex haciendo un buen trabajo, mantuvo la compostura en todo momento y no ofreció debilidades.
Un tiro de Fran Dorado con la izquierda que llevó el balón un poco alto, y una incursión de Dani Arribas por banda derecha con un pase de la muerte que fue interceptado por un zaguero local, fue todo el bagaje ofensivo de los gimnásticos en la segunda parte, pero el Tordesillas tampoco hizo mucho más, con lo que le valió a los de Paco Maroto, a la postre, para inaugurar un casillero de victorias hasta la fecha vacío. El único susto que tuvo el cuadro azulgrana en todo el segundo acto fue un libre directo lanzado por Nico con colocación, pero flojo a las manos de Durán. El resto fueron acercamientos en los que la fuerza del viento tenía bastante que ver en que el balón rondase el área segoviana. El Tordesillas terminó claudicando ante el mayor oficio gimnástico.
