Por esta vez estoy totalmente de acuerdo con la petición del vicepresidente del PSOE segoviano, Sr. Mateo, al que no conozco de nada, que pide la dimisión del Sr. Buquerín, alegando que este señor ha solicitado una subvención incompatible con su cargo en la Diputación Provincial; digo que estoy de acuerdo en que de una vez se persiga en España al político que nos miente, lo que no significa que yo afirme ni niegue que el Sr. Buquerín haya mentido, que eso tendrá que demostrarlo el Sr. Mateo que es quien en los medios así lo ha manifestado (“El Adelantado…” de 10 de diciembre).
Hay que acabar con los privilegios a los que nuestros políticos creen tener derecho.
Y digo que de una vez se persiga este mal hábito tan frecuente en nuestros políticos, que ya ni se molestan en demostrar la honorabilidad que, como al soldado el valor “se le supone”, sino que se defienden con el reiterativo “y tú más”.
Y ciertamente no parece la mejor cualidad, la de mentir, no cumplir lo prometido, aprovecharse del cargo al que llegaron ofertando lo que ya sabían que no podrían o no tenían voluntad de cumplir, lo que ocurre es que en esa habitual defensa del “y tú más” tiene mucha ventaja el Sr. Buquerín pues las mentiras del socialismo, o más propiamente del sanchismo, son muchas y trascendentales, parecen moneda de cambio la mentira, el incumplimiento más burdo y demostrable, que, lamentablemente para estos seguidores de Pinocho, ahí están como notario de toda una legislatura las hemerotecas a disposición de cualquier desmemoriado.
Nuestro actual presidente del país, secretario nacional del PSOE, D. Pedro Sánchez, comenzó incluyendo en su currículo la autoría de un libro, con copia literal de varias páginas, no permite que los españoles sepamos el coste de sus frecuentes viajes en los Phantom del Ejército, o de sus veraneos con invitación a familias amigas en residencias palaciegas, haciéndolo secreto de estado, nos advirtió a la ciudadanía diciendo que lo repetiría cinco veces que no pactaría con Bildu, que no dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno, que no sabían nada de la pandemia cuando permitieron las manifestaciones feministas, que la pandemia la controlaba un “comité de expertos”, que no habría indultos para proetarras ni golpistas del 2017, las trapisondas de los casos Marlaska, Ábalos o el acogimiento secreto del líder polisario Ghali, que no se subirían impuestos, que bajaría la factura de la luz antes de finalizar 2021…
Efectivamente estoy de acuerdo con el Sr. Mateo en que hay que perseguir y sancionar la mentira, intolerable en los políticos, pero resulta causa perdida cuando las cosas están como están, y todo puede darse por algún tiempo más en Moncloa.
Si de veras se castigase la mentira entre nuestros políticos nos quedaríamos en cuadro de quienes nos administran, pues como al Arca de Noé solo subió una familia de justos, aquí el Arca quedaría espacioso para acoger a los que cumplen lo prometido, sirven a la ciudadanía y no se sirven del cargo para su provecho y el de los suyos, haciendo del país un coto privado que puedan disfrutar y repartirse.
Hay que ser inflexibles con la corrupción, la mentira, y los privilegios de nuestra clase política.
