Algunas semanas me cuesta escribir esta columna de los viernes. La mayoría, lo estoy deseando y tengo muy claro el tema del que escribir; otras, por contra, por dificultad para encontrar el asunto que comentar. La actualidad va tan deprisa que un tema va tapando a otro y cuando quieres darte cuenta, lo que tenías pensado decir se ve suplantado por otra noticia.
Me van a permitir que hoy les comente un asunto del que desgraciadamente se habla muy poco, pero que a mí particularmente me afecta sobremanera. Y más ahora, que todos los españoles tenemos que sufrir un aumento importantísimo del coste de la luz, de los combustibles, de la cesta de la compra y con una inflación tan elevada, que hace que muchas familias tengan dificultades para llegar a fin de mes. Paso tres o cuatro días a la semana en el Congreso, pero tengo que salir para reunirme con distintas asociaciones o colectivos e ir por varios lugares de la capital. En ocasiones me he encontrado frente a edificios con largas colas de gente, de aspecto normal y con niños. Y al preguntar me han comentado que lo son para que les den de comer. Se me cae el alma a los pies cada vez que lo veo, y por eso es un tema que, como digo, me afecta y muchísimo. Son personas que si te las encuentras por la calle, ni se te ocurre pensar el sufrimiento que llevan dentro. Si no tienen para comer, ¿qué otras necesidades tendrán sin poder cubrir?
El último estudio de la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y Exclusión Social eleva la cifra en España a 12,5 millones de españoles en riesgo de pobreza o de exclusión social. Esto es un verdadero drama, desde luego intolerable, y si además ves que esta tasa de riesgo de pobreza y exclusión afecta a un 28,3 % de los niños y niñas en España -es decir, a 2,3 millones- es horroroso. Si no se toman medidas urgentes estaremos condenando a las futuras generaciones.
En España, pues, uno de cada tres niños y niñas vive en riesgo de pobreza o exclusión social y a nivel europeo, nuestro país está a la cabeza en el índice de pobreza infantil, junto con Rumanía, Bulgaria e Italia.
El presidente Sánchez afirmaba en noviembre de 2020 que “no es vergonzante reconocer que hay pobreza infantil en nuestro país”, sino que “lo vergonzoso sería no tomar medidas ambiciosas al respecto”. Ha pasado un año desde estas declaraciones y dos desde que tomó posesión como presidente del Gobierno y, mucho teatro, marketing y palabras, pero con la propaganda no se come. El ingreso mínimo vital, que podía haber sido una buena herramienta, lo complicaron tanto y con tal número de trámites que al final solo se están concediendo una de cada cuatro peticiones. Hay muchos hogares que en las actuales condiciones lo pasarán mal este invierno y muchos niños que no tendrán acceso a servicios en ámbitos clave para su desarrollo. Por ello, cualquier esfuerzo que hagamos a nivel individual, por pequeño que pueda parecer, será importantísimo, porque de este Gobierno socialcomunista ya poco podemos esperar.
Desde el PP y a sabiendas del poco caso que nos hará este Gobierno, hemos presentado 2.100 enmiendas a los PGE 2022 y una de ellas, para reducir a la mitad el número de ministerios y sus asesores. Y así lo haremos cuando gobernemos. Teniendo doce ministerios y una vicepresidencia, se liberarían 108M que se destinarían íntegramente a la pobreza infantil. No todo son grandes cifras, en las pequeñas cosas está la salsa de la vida, la ética social y política.
(*) Diputado del PP por Segovia
