Utilizo la música para escribir. Tengo la manía –una de tantas– de escuchar composiciones de lo más variado cuando trabajo, y en una sesión puede sonar el Danubio Azul de Strauss y acto seguido un himno punk de la primera etapa de Siniestro Total. La creatividad en manos del modo aleatorio. Y así todo.
Ya les hablo de deporte que me enredo en el discurso, disculpen. En mi búsqueda de historias que contar y sucesos por relatar, irrumpió recientemente en el reproductor: ‘Incondicional’, de Love Of Lesbian, que reza de inicio, a bocajarro: «Tiempo atrás no había cánticos / tan solo obstáculos y el premio, continuar» y me acordé de cuando no podíamos confirmar con certeza que la Gimnástica Segoviana fuera a jugar el partido de la siguiente semana y el éxito era seguir compitiendo. La canción te arrastra por versos de enjundia: «Extrema tu ambición, tú sabes que el peligro es dudar» y alcanza el clímax con un recurrente: «Yo seré tu euforia y tu incondicional». Como muy familiar todo.
No hay vestuario más profesional que el de la Sego
De tanto verso magnífico –del que desconozco su propósito original– extraigo un concepto de moda: resiliencia. La Gimnástica ha muerto y resucitado tantas veces que perder tres partidos seguidos no es más que el zumbido de una mosca plasta. No hay vestuario más profesional que el de la Sego. Sus integrantes sellaron un compromiso con la historia del club que va más allá de una firma en un contrato, y su obligación es la de representarnos con dignidad como están haciendo. La nuestra, la de los incondicionales, es la de respetar su trabajo y confiar. Sumando, nada de restar. Así volverá la euforia, seguro.
