Recuerdo en muchas ocasiones cuando mi abuela, siendo un niño, me decía: “Hijo, aplica siempre esta recomendación: dime de qué presumes y te diré de lo que careces”, y reconozco que ese mensaje de humildad me viene siempre a la mente cuando observo y leo a los que se presentan como ‘adalides del patriotismo’, pero después no aplican el sentido común de reconocer cuando las cosas van avanzando y mejorando para que la ciudadanía lo pueda disfrutar.
Pondré algunos ejemplos. Cuando la OMS nos felicita esta semana como país por la gestión de la terrible pandemia y por el proceso de vacunación ejemplar, o estudios internacionales vaticinan que España crecerá más deprisa que las economías europeas, la derecha y la ultraderecha reniegan del orgullo de país que una amplia mayoría siente por ese reconocimiento internacional. Claro, después de decir cuestiones como que tardaríamos cuatro años en vacunar a la población y demás lindezas, ahora tiene que doler que se compruebe su deslealtad.
Si de vez en cuando el todavía líder de la derecha ultra, el Sr. Casado, viaja a Bruselas a intentar poner freno a la llegada de los fondos europeos de reconstrucción que pueden ayudar a empresas y trabajadores, además de modernizar y transformar nuestro país; demuestra lo que le importa España. Quizás sus enfrentamientos internos con la Sra. Ayuso -como en esta columna hace tiempo adelanté- le hagan tan vulnerable que ya le importe poco el presente y futuro.
Por cierto, la ciudadanía espera su opinión de la nueva sentencia que condena al PP por un nuevo caso de corrupción. En concreto, por las obras en B de la sede de la Calle Génova. Y qué casualidad, pues está entrelazado con el caso del PP de CyL, donde la Fiscalía pide penas de hasta 148 años y 845 millones de euros para 16 ex – cargos populares de la Junta y empresarios, a los que considera responsables y beneficiarios de la concesión irregular de las autorizaciones de parques eólicos. Y si faltaba algo más para la ‘marca España’ del PP, tan manchada de corrupción, el caso de su financiación ilegal para amañar las primarias internas de Mañueco continúa sus pesquisas. Y no deja de asombrar cómo los cargos populares detallan la circulación de dinero en efectivo en la sede salmantina. En fin, todo muy patriótico.
Y ya la confirmación del modelo ha llegado cuando hemos conocido como dos diputados provinciales del PP segoviano, el vicepresidente Sr. Bravo Gozalo y el Sr. Buquerín, han sido retratados ante la opinión pública cuando se ha demostrado que pidieron una ayuda para sus negocios a la propia Diputación siendo ilegal. A uno se lo deniegan y al otro se lo conceden. Pero ese modelo del PP de insultar y culpar al adversario político no cuela ya. Modérense, asuman responsabilidades políticas y absténganse de ese tono chulesco, provocativo y barriobajero, que su ‘marca España’ vemos que es la del chanchullo.
Por último, no me sorprende que el diputado de la ultraderecha se dedique cada semana a insultar desde Madrid o a utilizar a una banda terrorista que desde hace diez años desapareció por el sacrificio de mucha gente y con un gobierno socialista. La realidad es tozuda: ante el desconocimiento y la falta de atención de la realidad provincial, solo queda copiar el estilo de sus compañeros de aportar odio, división, exclusión e insultos. Como, por ejemplo, llamar “gilipollas” en pleno debate parlamentario de presupuestos a la ministra de Hacienda y Función Pública. Después lo de trabajar en la presentación de enmiendas presupuestarias es mucho esfuerzo. Vemos su modelo ‘marca España’, el de las élites y señoritos con título nobiliario o chequeras abundantes.
(*) Diputado del PSOE por Segovia
