Bautizada como Carretera de La Maestranza, paso después a ser conocida, popularmente, como “La Pista”, por el trasiego, especialmente a partir de finales de la década de los 40, de tanques y vehículos bélicos desde las dependencias militares que allí se emplazaban hasta el campo de tiro de Baterías. Con la dictadura franquista, pasó a denominarse como Avenida de José Antonio, en honor al fundador de Falange Española. El nombre pasó a la historia por impulso de la democracia, que la rebautizó como Avenida de la Constitución.
Varios han sido los nombres, aunque solo uno el cambio de su pavimento. Sobre aquel primitivo camino de tierra se echó cemento y más tierra y se cubrió con un “resistente” firme de adoquín de granito. La obra fue ‘titánica’. La avenida, entre la Plaza Alto de los Leones y la Carretera de Valdevilla, tiene unos 900 metros de longitud; esto es, son miles los ladrillos de adoquín que conforman su calzada, que se encuentra en un estado deplorable, con numerosos hundimientos y baches, especialmente llamativos en la zona más próxima al Regimiento de Artillería.
Como los antiguos nombres de esta vía, el actual firme de adoquín de granito pronto será un recuerdo del pasado; y la Avenida de la Constitución dejará de ser la única de las principales arterias de la capital que conserva este tipo de pavimento, común, por otra parte, en las calles del recinto amurallado.
Como se sabe, la Junta de Castilla y León cederá la titularidad de la vía al Ayuntamiento, que ya tiene en su poder un anteproyecto de reforma integral, que ejecutará en dos fases, en 2015 y 2016, y que supondrá una inversión global de 1,5 millones de euros, que asumirá al 80% las arcas municipales. Entre otras actuaciones, el proyecto prevé la eliminación de los baches, nivelando la calzada y, a continuación, se cubrirá el adoquín con un pavimento de asfalto.
¿Adoquín o asfalto para la Avenida de la Constitución?. El debate está servido, aunque, ciertamente, por las opiniones recogidas por este diario, la modernidad vence a la tradición y los partidarios de la capa asfáltica son mayoría.
El concejal de Urbanismo, Alfonso Reguera, razona el cambio de pavimento en que reducirá la contaminación acústica, facilitará una circulación “sin sobresaltos” para los conductores y para la mecánica de los vehículos y, sobre todo, supondrá una notable mejora en la imagen que hoy ofrece la avenida. “El adoquín es una magnífica base para poner encima el asfalto”, añade Reguera, que considera ‘inviable’ el ‘desmontar’ el adoquín para que sea reutilizado.
“El adoquín no es un bien escaso, muchos se quitan para hacerlos grava, (…) quitarlo de la Avenida de la Constitución y transportarlo a un almacén para luego aprovecharlo no es rentable, cuesta menos comprar adoquín nuevo”, afirma el concejal, que argumenta además que reparar el firme adoquinado de la avenida cuesta “el doble” que asfaltarla.
El concejal de IU, Luis Peñalosa, asegura que para la Avenida de la Constitución “prefiero el asfalto al adoquín”, aunque advierte del ‘peligro’ que puede suponer un pavimento ‘moderno’ que anima a los conductores a pisar el acelerador, por lo que aboga por reforzar la señalización de los pasos de peatones, instalar bandas reductoras de velocidad y, si fuese necesario, colocar un radar para disuadir a los amantes de la velocidad.
Peñalosa afirma que un informe municipal indica que recuperar el adoquín para posibles necesidades de otras zonas históricas de la ciudad “no es rentable, que no merece la pena, aunque no estoy muy seguro de ello, habrá que creerles”.
El delegado de la Junta y, a la sazón, presidente también de la Comisión Territorial de Patrimonio, Javier López-Escobar, es, como Reguera y Peñalosa, también partidario del asfalto. López-Escobar explica que el adoquinado en la Avenida de la Constitución respondió a un uso industrial —el paso de los carros de combate— y en ningún caso se dan circunstancias culturales o de estética de un entorno histórico.
“En la zona del Acueducto y en las calles del casco histórico el adoquín de granito tiene un valor estético e histórico indiscutible, cosa que no ocurre en la Avenida de la Constitución, creo que puede asfaltar sin ningún problema, de hecho es mejor para la circulación y es un firme más fácil de mantener”, afirma López-Escobar. En suma, Patrimonio no pondrá ningún inconveniente a que el adoquín desaparezca de la Avenida de la Constitución.
El presidente de Amigos del Patrimonio, Pedro Montarelo, no lo tiene tan claro. “Hay que conjugar el aspecto estético y práctico (…) para la calzada no creo que lo mejor sea un asfalto convencional”, afirma. Montarelo es partidario de un acabado asfáltico que “encaje más” con la zona, que “permitiera conservar un aspecto menos de carretera y más de calle, soluciones así se han adoptado, por ejemplo, en el Paseo del Prado de Madrid”.
