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Todos hacemos historia, pero algunos más

por Julio Montero
20 de octubre de 2021
JULIO MONTERO 1
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Ena, la serie Woke

No sois para él lo que él es para vosotros

¡Oye tú, no te acerques demasiado! (Recordando a Jorge Ilegal)

El sábado nos reunimos una veintena de sesentañeros. Comimos, bebimos y, sobre todo, hablamos. Fue una lección de historia de las que a mí me gustan: contada al revés. Empezamos en el “¿cómo estás?” (en realidad en el “cómo estáis” porque todos nos sabemos los plurales familiares, a grandes rasgos, en los que vivimos). Luego, dimos un salto (en realidad casi fue un asalto) a los recuerdos de los años universitarios, porque ese era el motivo que nos reunía. Por último, avanzamos y retrocedimos en el tiempo alrededor de historias e historietas. Unas conocidas, otras casi olvidadas; sin que faltaran novedades de otros tiempos: trayectorias profesionales que acabaron en otros derroteros (normalmente mejores); exigencias profesionales nada cómodas, que el común del personal percibe como modos de divertirse; qué eran antes las redacciones y qué son ahora…

Celebrábamos un aniversario redondo que la pandemia había retrasado: los 40+1 años de la licenciatura de periodismo de la promoción 1975 a 1980 de la Universidad de Navarra. Para mí fue una suerte impartirles clase en dos cursos: uno de historia contemporánea de España y otro de historia del periodismo español, dos materias anuales que ahora son cuatrimestrales (la mitad) y una incluso optativa (solo algunos la cursan: aquellos a quienes les encaja mejor en su horario).

Probablemente en las próximas modificaciones de los planes de estudio universitarios, más flexibles, más orientados al ejercicio profesional y al servicio de la información en la sociedad española del conocimiento, serán sustituidas por otras mucho más importantes: ‘Identidad sexual y sociedad digital’; ‘Medio ambiente y relaciones internacionales’; ‘Narrativas transmedia para emprendedores’; ‘La información ociosa sobre el ocio‘ y otras de relevancia capital similar.

La consecuencia es que la historia va desapareciendo de la cabeza de la gente, que debiera tener una cierta experiencia del pasado para valorar el presente

La consecuencia es que la historia va desapareciendo de la cabeza de la gente, que debiera tener una cierta experiencia del pasado para valorar el presente. No es cuestión de que cualquier tiempo pasado siempre sea mejor… para los viejos. Es, sencillamente, contar con la ‘lógica de los contextos’; saber que el presente y sus categorías no son aplicables como criterios de valoración, tal cual, a las situaciones del pasado.

En realidad, la historia ahora mismo, para la mayor parte de los universitarios y profesionales titulados superiores, es un cajón en su memoria (y no en su inteligencia) en el que conviven juntos El Cid, Franco, Enrique VIII, Stalin y Kennedy (y en Cataluña suman a Wilfred el Pilós). El tiempo es para ellos como un acordeón plegado. Pero no hay forma de hacerlo sonar si no se despliega.

Y vuelvo a la comida de marras: los allí presentes han sido protagonistas de medio siglo increíble en nuestra historia. Desde luego de la construcción de la primera democracia sostenible y duradera en España. Pero también han edificado su propia profesión, que ha construido -nada menos- que la sociedad de la información primero y del conocimiento después. Alimentaron las redacciones de los periódicos clásicos; se lanzaron a la creación de los nuevos y lograron que varios cuajaran como referentes; empezaron a construir las primeras cadenas comerciales de televisión y las primeras productoras audiovisuales de ficción y entretenimiento y se tuvieron que inventar programas de radio para conseguir que este medio no muriera (como ha ocurrido en otros muchos países). Incluso algunos decidieron ser profesores universitarios de comunicación y lo lograron. Otros pusieron en marcha empresas tecnológicas que permitieron la digitalización de redacciones metidas aún en las linotipias por los años ochenta.

Allí mismo se celebró la inclusión de los primeros directores de comunicación en el ámbito empresarial y del protagonismo de la comunicación en las estrategias de gestión en el que varios se embarcaron. Hasta uno de ellos fue el primer vicerrector de Comunicación en una Universidad española. Pero también estaban presentes algunos protagonistas del boom de la prensa económica; de la información cultural y de la construcción de la cultura en nuestras sociedades desde nuevos museos y nuevos modos de entender las ‘exposiciones’; del despliegue de los suplementos en la prensa; los que iniciaron y consumaron la fusión de redacciones digital y en papel en los diarios; los que se empeñan en que la gente pague por ver la prensa digital… y no llegó quien ha hecho famosos los sanfermines en la televisión en España. Tampoco quien optó por el bel canto y dejó correr la comunicación.

Y entre la corriente confusa de quienes quieren jubilarse y no pueden y los jubilados que no querían se mueven quienes surfean por las tecnologías digitales y se enfrascan en el ‘blockchain’ y prueban sus tarjetas de crédito en ‘Bitcoin’ ante el asombro e incredulidad de la concurrencia.

En fin, un trozo de nuestra historia importante. No sé si tuve algo que ver, porque solo les expliqué cómo se había construido este país desde 1808. Quizá se animaran a ser parte de eso.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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