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El obispo que entró en concurso de acreedores

por José María Martín Sánchez
30 de septiembre de 2021
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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Ena, la serie Woke

No sois para él lo que él es para vosotros

¡Oye tú, no te acerques demasiado! (Recordando a Jorge Ilegal)

Fue la ideología política del obispo de Segovia (1699-1727), Baltasar de Mendoza y Sandoval, la que le llevó por caminos inexplicables. Eran tiempos de la Guerra de Sucesión al trono de España en la que estaban inmersos los seguidores de la Casa de Austria, tras fallecer el Archiduque Carlos II. y la de Borbón con Felipe de Anjou, con el título de Felipe V, al que designaron para gobernar.

Hete aquí que el señor obispo se puso del lado de aquel que cargos le había dado, pues además de obispo fue Inquisidor General. Muerto el Archiduque, mientras se esperaba otro gobernante, formó en el equipo de cuatro componentes que ocuparon la ‘plaza’ de Gobernador del Reino y obispo decano ¡Casi ‘na’!

Carlos II le nombro Inquisidor y todas las campanas de la ciudad sonaron al unísono por decisión del cabildo ¡Tela! Dado que el cargo ‘acarreaba’ mucho trabajo, Mendoza pide al Papa, Inocencio XII, dispensa para dejar el obispado en manos de un administrador. El permiso le es concedido por tres años. A Segovia no llegó hasta abril de 1700, sin que tuviera un recibimiento especial. Dos meses en la capital segoviana y vuelta a Madrid.

Año 1701. Comienza el conflicto entre ‘casas reales’; también las penalidades para Mendoza Sandoval. Desde el instante que Felipe V ocupó el trono, habiéndole informado su personal de confianza, sobre todo el cardenal Portocarrero, de la inclinación del obispo a la casa de los Austria y de sus polémicas decisiones como Inquisidor, el nuevo rey le hizo regresar a Segovia, si bien permaneció en su cargo de Inquisidor.

El obispo se defiende, incluso contra la corona, y pide al Papa su protección. No consta el Vaticano atendiera su petición, pues… Un decreto de Felipe V de 3 de noviembre de 1704, manda al obispo/inquisidor que «en término de 72 horas entregue todos los documentos, informaciones, cartas… contra las procesos de criminalidad cometidos por el obispo en el Consejo». Hasta dos años después no dejó su cargo. Pero su actividad fue nula.

En ese mismo año las tropas aliadas contra Felipe V llegan a El Espinar. Mientras, Segovia es ocupada por las tropas ‘enemigas’. El obispo se situó abiertamente, no así el Cabildo, a favor de los aliados. Superada la situación bélica Felipe es aclamado como rey. El pueblo apedrea el palacio del obispo de la capital.

Ante la situación desfavorable no se siente seguro y huye a Madrid disfrazado de militar. Le acompaña su sobrina Marquesa de Santorcaz. Pese al camuflaje fue apresado por una partida de soldados del Rey. Horas después lo ponen en libertad y vuelve a Segovia. Se ‘hospeda’ en el Convento de los Jesuitas. Al referido lugar llegó al alcalde de la Corte, Francisco de Coveo, con Real Orden de conducirle a Francia. En la ciudad de Aviñón estuvo desterrado seis años. Regresó en 1713.

Las desgracias del obispo continúan. El estado de sus rentas era angustioso, declarándose en concurso de acreedores (1). Mendoza no era rico de bienes de cuna. Como ejemplo, al ser nombrado obispo pidió un préstamo de 120.000 reales.

Estudiosos del tema creen que el obispo había «donado cuantiosas ayudas económicas a la causa«. Clara muestra de su ‘falta de liquidez’ fue la de no poder hacer frente a los pagos de dos tapicerías que compró al Cabildo al ser propuesto obispo y que ante la situación de pobreza el Cabildo rescindió la venta para librar las tapicerías del concurso de acreedores. Sus deudas fueron tasadas en 284.188 reales.

Ante la situación, el cabildo ‘dedicó’ al obispo 500 ducados/mes para su sustentación. La cantidad estuvo vigente entre 1706 y 1709.

Mendoza regresa a España y se ‘enclaustra’ en el palacio episcopal de Mojados, entonces del arzobispado de Segovia. Desde allí dirige la diócesis.

Ninguno de los intentos para ser recibido por el Rey tuvo contestación, así como la petición de regresar a su puesto de Inquisidor. Ante el aislamiento, su salud se fue deteriorando. Viéndose mal, solicita el nombramiento de un obispo auxiliar, que él se ofrece a pagar de sus rentas. El escrito lo dirigió al Rey para que recurriera al Papa. Sin contestación. Agobiado también por pleitos constantes, falleció en Mojados, donde está enterrado, el 4 de noviembre de 1727. Tenía 74 años.


(1) ‘Concurso o deudor común’, Salgado de Samoza, 1646.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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