Mientras parece que la situación en Japón, lejos de recuperar la normalidad, empieza a estabilizarse, aparecen nuevos indicios de radiactividad que impiden que sus habitantes puedan estar tranquilos. Así, el Gobierno nipón prohibió ayer la distribución de algunos alimentos originarios de Fukushima y tres provincias colindantes tras detectar que están contaminados por la radiación procedente de la planta nuclear dañada por el devastador terremoto del día 11. Y no solo eso, ya que ayer también volvió a saltar la alarma en esa central después de que sendas cortinas de humo se avistasen durante la jornada en los reactores 2 y 3.
Mientras en la planta nuclear 1 de Fukushima (Daiichi) continúan sin tregua los esfuerzos para controlar la temperatura de sus reactores, la radiactividad en la zona se ha extendido a algunos productos como la leche, las espinacas o una verdura local similar conocida como kakina.
El descubrimiento desató la alarma entre los consumidores pese a que el Gobierno insiste en que el nivel de contaminación, si bien está por encima de los límites legales, no es dañina para la salud excepto si los alimentos se consumen de forma prolongada.
El ministro portavoz, Yukio Edano, instó a los ciudadanos a no caer en el pánico y actuar con calma y aseguró que los productos que ya salieron al mercado «no van a causar ningún daño a la salud de los consumidores».
Las medidas son temporales y su duración dependerá de lo que dicten las mediciones de radiación, dijo Edano, que subrayó que ahora lo prioritario es «solucionar la situación en la planta nuclear».
Los problemas con los reactores de la central de Fukushima 1, cuyo sistema de refrigeración quedó dañado por el terremoto y el tsunami de hace 10 días, no ceden y obligan a medir a diario en toda la zona los niveles de radiactividad, que según el Gobierno no han aumentado.
Ahora, la principal preocupación es poner bajo control los reactores de Fukushima, especialmente las unidades 2, 3 y 4, a través del vertido de agua para enfriarlas y del restablecimiento del suministro eléctrico.
Es más, ayer en los dos primeros se avistaron sendas columnas de humo. La primera en producirse, sin que se determinaran las causas que la provocaron, fue la del reactor 3. Una vez controlado el incidente, comenzó a levantarse otra similar en el 2, sin que tampoco se conozca su procedencia.
Eso sí, ambos accidentes obligaron a evacuar a los trabajadores de ese área.
Por su parte, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Yukiya Amano, abogó por «aprender las lecciones» del accidente nuclear de Fukushima y endurecer las normas de seguridad de las centrales. «En algunos ámbitos, por supuesto las normas deben ser endurecidas, pero en qué ámbito y cómo (hacerlo) requiere más análisis», remarcó Amano tras una reunión extraordinaria de la Junta de Gobernadores del OIEA.
El diplomático japonés recordó que la planta de Fukushima fue afectada por un «enorme tsunami» y destacó que, a ese respecto, será preciso estudiar si las reglas actuales «son suficientes o no».
Mientras, en España, los controles radiológicos efectuados a 119 de los 154 pasajeros que llegaron ayer por la tarde a Madrid procedentes de Tokio en el avión de repatriación fletado por el Gobierno, determinaron que no están contaminados.Así lo manifestó la directora general de Sanidad Exterior, Carmela Amela, en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, donde aterrizó la nave con 80 españoles, 35 japoneses, 22 belgas y ocho brasileños a bordo, entre otras nacionalidades, además de un funcionario del Ejecutivo, que les acompañó en el viaje.
