Desde luego no es este que presentamos el mejor libro de los que conforman la lista que hemos convenido en llamar ‘La otra crónica del 120 aniversario’. Y ejemplifico: “Me pasó tu mirada anfibológica/ El corazón sentimental y errático/ Y ansiando penetrar tu teológica/ Gracia de luz, me adiviné dogmático”. Forma parte del poema Exégesis, en el que anagógica rima en el soneto con isagógica, y heliaco con elegiaco (sin acentos). Como después lo hará Chopín con Dupín. Insistiendo en la lectura del libro no creo que fuera uno de esos juegos de palabras rimbombantes a los que tan aficionados fueron los vanguardistas ya entrados los años veinte. No es ese el estilo que campea en el resto de las composiciones.
Pertenece Exégesis al libro El jardín familiar y otros poemas, firmado por el Conde de Santibáñez del Río –Fernando Gallego de Chaves Calleja-, título y rúbrica que intercambia con el de marqués de Quintanar. Se fecha en 1921. Principia el libro con un soneto de Juan de Contreras, probablemente la más alta condición literaria de la obra.
Principia el libro con un soneto de Juan de Contreras, probablemente la más alta condición literaria de la obra
Con independencia de este pecadillo de primera madurez, simple señal de cómo andaban las cosas en el solar poético patrio, es el conde una persona culta, curiosa y muy interesante en el devenir de este medio siglo del XX, y en particular en lo que se refiere a las letras y a las artes segovianas. Pero no solo. Fue pionero en el montañismo y el patinaje sobre nieve en el Guadarrama junto con Manuel de Amezúa, con quien daría vida al Twenty Club en 1907.
Un año después de escribir el libro de poesía referido, en 1922, fundó la Sociedad de Amigos de Portugal. Su lusofilia siguió intacta a través de los tiempos, como también se mantuvo su amistad con Antonio Sardinha, muerto joven. Tengo ante mí el prólogo que escribe el conde y marqués al libro de Sardinha La Alianza Peninsular (Segovia. Imprenta de El Adelantado, 1939), que él mismo tradujo, en el que subyace un panhispanismo basado en una alianza entre dos hipotéticas monarquías, la española y la lusa, que se querían antiliberales y antidemocráticas. La primera edición de este libro está prologada por Ramiro de Maeztu, que junto con el conde de Santibáñez del Río editó la revista Acción Española en diciembre de 1931. Si mal no recuerdo, uno de los vítores que todavía se pueden apreciar en la sede de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce va dedicado a Antonio Sardinha.
Resulto un verdadero polígrafo el conde. Y no solo en poesía porque fue un destacado ensayista. Antes que El jardín familiar, del que nos ocupamos, había escrito cuatro libros de poesía en el plazo de cinco años. Y después de un intervalo de cuarenta publicó el último, La vejez de Bradomín (1966), con cinco poemas sobre la vejez del personaje valleinclanesco. Seguía el autor mezclando personajes históricos, sensaciones, paisajes y sentimientos de lo más diverso; y con la cultura y la reflexión personal repartidas en unos versos que, con falta de ligereza, se ajustaban al canon más estricto del clasicismo.
Es curioso cómo la poesía se hace medio de expresión inequívoco en estos intelectuales de la Edad de Plata segoviana y española. Levantara la piedra que se levantara, de ella emergía un poeta. Casi siempre de dudosa calidad aunque no por ello exento de enorme interés para conocer el signo de los tiempos y la temperatura de una sociedad.
Ficha técnica
El jardín familiar
Conde de Santibáñez del Río
Imp. de Mauro Lozano
Segovia, 1931
