Si pensamos en un campeón mundial de ajedrez, nos viene a la cabeza la imagen de un ruso, de ojos fríos, racional y comedido. Sin embargo, esta idea se desvanece cuando oímos hablar de Capablanca.
José Raúl Capablanca y Graupera nació en La Habana española en 1888. Siempre estuvo lejos del estereotipo de jugador de ajedrez, ya que era un rey de corazones, atractivo y conquistador. Apodado el Mozart del ajedrez, había aprendido de niño las reglas del juego, siguiendo las partidas de su padre. Le rodeó la leyenda de que era imposible ganarle. Conocido, también como “la máquina del ajedrez”, llegó a Campeón Mundial en 1921, siendo el tercer ajedrecista que lograba hacerse con el título oficial, y conservó el podio hasta 1927. Por entonces llevaba ya varios años viviendo en Estados Unidos donde, compaginando estudios y ajedrez, conoció a Lasker en el Club de Manhattan venciéndole en varias partidas.
Ya en los años 20, Lasker reconoció la fortaleza de Capablanca renunciando al título en favor del cubano que no aceptó y le retó. Jugaron en La Habana y ganó el Campeonato sin perder una sola partida.
La estrella de Capablanca se ensombrecería en 1927. El juego poco agresivo y defensivo le sirvió para mantener a raya a su rival, Alekhine, pero el apoyo de empresarios argentinos abrió a Alekhine la posibilidad de retar al Campeón que aceptó y mientras que el ruso se preparaba, Capablanca se dedicó a disfrutar del éxito del que no tenía duda.
El encuentro se produjo en 1927 en Buenos Aires. El juego agresivo y de ataque de Alekhine terminó desbancando a Capablanca, y tras una serie de tablas, buscó anular el torneo que acabó perdiendo frente a una nueva manera de entender el ajedrez, ataque y agresividad frente a defensa.
Perdido el título, Capablanca jugó en torneos y volvió a enfrentarse a Alekhine y vengó su derrota. La partida que enredó al ruso aparece reseñada en su libro, El Legado de Capablanca, sin mencionar el nombre del rival en ningún momento.30
