Los restos mortales del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo fueron enterrados ayer en el Cementerio Sur de la localidad de Banes, provincia de Holguín, en medio de una fuerte presencia policial, según relató la madre del fallecido, Reina Tamayo, quien responsabilizó al Gobierno de Raúl Castro de lo que le pueda suceder por haber denunciado este hecho que califica como un «asesinato».
El cuerpo del opositor fue sacado de su casa a las siete de la mañana, momentos después de que «más de 100 personas» presentes en la vivienda hicieran una «cadena de oraciones» por el descanso eterno de Zapata, muerto el martes tras una huelga de hambre de 85 días en protesta por el trato que reciben los presos políticos.
Los efectivos policiales, que querían «adelantar» el sepelio para antes de la hora prevista -según la versión de Reina Tamayo-, ordenaron a la familia llevar el féretro de Zapata en un coche «y nos negaron a que lo lleváramos caminando hasta el cementerio como era nuestro deseo». «Finalmente accedimos, pero no por miedo, sino porque había llovido mucho y el suelo estaba muy malo», indicó.
Las personas que siguieron el coche en el que era trasladado el cuerpo del disidente gritaban «Orlando vive en nuestros corazones», «Libertad para Cuba y todos los presos políticos», «Libertad para todos» y «Abajo el régimen comunista», entre otras, comentó la madre de Zapata.
A la caravana, que tuvo como destino el también conocido cementerio de La Güira, se sumaron más personas, «hasta pasar fácilmente de las 100», mientras seguían custodiados por «más de 50 autoridades del Estado» sin que se registraran hechos violentos.
El entierro se llevó a cabo poco antes de las ocho y se realizó de acuerdo a la voluntad de la familia, pese a la «presión» de los agentes para que se adelantase.
«Ayer (miércoles) trajeron médicos para que dijeran que el cuerpo de mi hijo se estaba pudriendo pero cuando después destaparon la caja para yo echarle su perfume el cuerpo no olía a nada, mi hijo estaba intacto», aseguró la madre, antes de señalar que «todo era una mentira de este Gobierno».
Zapata, albañil de 42 años, era uno de los 53 presos políticos que fueron detenidos durante la llamada Primavera Negra en 2003 junto a otros 74 intelectuales y disidentes del régimen castrista. El opositor, considerado por Amnistía Internacional como un preso de conciencia, dejó de ingerir alimentos sólidos el pasado 3 de diciembre para protestar por las palizas sistemáticas que recibían los reos de conciencia en la cárcel Kilo 8, en la provincia de Camagüey.
Reina Tamayo insistió en que la muerte de su hijo ha sido un «asesinato» y responsabilizó a las autoridades cubanas de lo que pueda pasarle a ella ante estas denuncias, que han tenido eco internacional. La mujer concluyó con un llamamiento a la comunidad internacional para que interceda por la liberación de todos los presos políticos.
