Cuando entras al ayuntamiento, allí está. Hay pocos segovianos que no lo conozcan. Y no es para menos. Ha tocado todos los “palos”. Es una persona “inquieta”, como se autodefine. Esto le ha llevado a conocer a mucha gente. Quizá, es lo que más le gusta de su profesión. Paco del Caño está orgulloso de su “popularidad”: “No hay muchas personas que engloben tantos campos”, sostiene. Hace cerca de cuatro décadas que se convirtió en ujier del Ayuntamiento de Segovia.
Forma parte del que es el motor de la ciudad. Todo pasa por la administración: por sus manos. Trata de facilitarle la vida a los segovianos. Alguien tiene que mover la documentación que se genera en Segovia. Él es el encargado. Aún así, Del Caño le quita peso a su función: “Tampoco hacemos grandes cosas, este trabajo lo puede hacer cualquiera”, relata. No se considera una pieza clave del ayuntamiento.
No todos pueden presumir de haber conocido a cada uno de los alcaldes que han pasado por Segovia. Y de haber vivido momentos históricos. Reconoce que cada uno “tiene algo destacable”. Con todos ha tenido “buena relación”. Pero hay uno al que le guarda especial cariño. Empezó su trayectoria de la mano de José Antonio López Arranz, el primer regidor democrático que tuvo la ciudad. Fue su “primer alcalde”.
Quiere “darle fuerza” a la cultura de la provincia. Para ello, ha puesto en marcha una revista. Con esta publicación busca “la novedad”: este año es el V centenario de la Revuelta Comunera. Llevan 33 números y no tiene pensado dejarlo. “Me llena mucho hacer esto”, asegura.
Aunque su trabajo lo es “todo” para él, hace años también lo fue el deporte: comenzó a hacer atletismo en 1979. Esta es su cara menos conocida. En 1982 ganó la San Silvestre segoviana. Todavía lo recuerda con entusiasmo. Fue campeón provincial de cross. Y ha corrido en campeonatos de España.
“Ser funcionario es un empleo de mucha relevancia y prestigio”, afirma. No es una de esas personas que se limitan a cumplir con su horario de trabajo. Le gusta asumir responsabilidades. Se toma muy en serio su labor. Aún hoy, después de 39 años, acude con ilusión a su puesto. Disfruta de lo que hace.
Del Caño ha recibido incluso premios. En 1992, “de forma indirecta”, como dice, le dieron un galardón “muy especial”. Recibió el cariño de su tierra: le escogieron para recoger el premio ‘Segovianos bien vistos’. En una ciudad llena de artistas, lo eligieron a él.
